Contexto

Durante la cena con sus discípulos, el Señor se levantó, asumió el papel de un esclavo y lavó los pies de sus discípulos. A través del firme rechazo de Pedro, la declaración de Jesús y el cambio de opinión de Pedro, la historia resalta la singularidad del lavado de pies de Jesús, así como su profundo significado salvador. Al estudiar lo que Jesús les dijo a los discípulos luego de lavarles los pies, esta lección continúa examinando el significado del lavado de pies, así como lo que se espera de los creyentes. También se estudiarán los eventos y las palabras que se detallan en el mismo contexto, incluyendo la exposición de la traición de Judas y la predicción de la negación de Pedro.

Versículo clave

(13:14, 13:34)

¿Sabía usted que...?

1. “El enviado” (13:16): pude traducirse literalmente como “apóstol”.

Esquema

  • Jesús elabora sobre el lavado de pies y manda a los discípulos a hacer lo mismo
  • Jesús revela al traidor; Judas se va
  • Anuncio de la partida de Jesús
  • Predicción de la negación de Pedro

Análisis general

  • 1.

    ¿Por qué es incorrecto entender la orden de Jesús de lavar los pies sólo en sentido figurado?

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    1) Jesús ordenó a sus discípulos hacer lo que les había hecho (Jn 13:15). En ninguna parte de los Evangelios se registra a Jesús realizando una acción simbólica y luego pedirles a los discípulos que hagan lo mismo figurativamente. Cuando Jesús ordenó el lavado de pies, quería que los discípulos lo hicieran literalmente.

    2) Jesús le dijo a Pedro: “Si no te lavo, no tendrás parte conmigo” (Jn 13:8). Lo que Pedro necesitaba para tener parte con Jesús era el lavado de pies de Jesús. Sin este lavado, no tendría parte con Él. Jesús no le estaba pidiendo a Pedro que imitara su humildad y amor para tener parte con Él. Si Jesús hablaba sólo en sentido figurado, la negativa de Pedro no hubiera resultado en su completa separación de Cristo. Fue a través del acto de lavar que Jesús le concedió a Pedro tener parte con Él. Por lo tanto, la orden que Jesús les dio a los discípulos de hacer lo que Él les había hecho debe entenderse como el propio lavado con agua.

    3) Cuando Jesús instituyó la santa comunión, dijo: “Tomad esto y repartidlo entre vosotros” (Lc 22:17) y “haced esto en memoria de mí” (Lc 22:19). La iglesia primitiva entendió esta orden no como una figura retórica, sino como una instrucción para hacer lo que Jesús había hecho literalmente (1 Co 11:23–29).

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Análisis del segmento

  • 13:12–20

    1a.

    ¿Qué les ordenó Jesús aquí a los discípulos?

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    Que debían lavarse los pies los unos a los otros (13:14).

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  • 1b.

    ¿En qué se basa esta orden?

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    La orden de lavarse los pies los unos a los otros se basa en el ejemplo que Jesús les dejó a los discípulos (13:15). Jesús era el Señor y el Maestro, y lavó los pies de sus discípulos. Esto implica dos cosas. Primero, Él había demostrado con un ejemplo concreto lo que significaba amar con humildad y servicio. Segundo, su mandato tenía autoridad, ya que Él era el Señor y el Maestro de los discípulos.

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  • 2.

    ¿Qué enseñanzas yacen detrás del acto de lavar los pies los unos a los otros?

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    El Señor Jesús amó a los discípulos a través de los medios más humildes. Él les lavó los pies para que pudieran tener parte con Él. Jesús quiere que nosotros también nos amemos los unos a los otros de la misma manera (Jn 13:34, 35, 15:17). Es por eso que nos manda a lavarnos los pies los unos a los otros. Sólo con humildad y amor estaríamos dispuestos a lavar los pies de otra persona.

    Este acto de lavar nos recuerda que también tenemos que entregarnos los unos a los otros, sirviéndonos mutuamente con amor, así como el Señor amó, sirvió y se entregó a sí mismo por nosotros (Ef 5:2; Mt 20:28; Mc 10:45).

    Lavar los pies los unos a los otros también nos enseña a que debemos aceptarnos mutuamente con amor. El amor no busca lo suyo (1 Co 13:5). Por lo tanto, debemos aceptarnos los unos a los otros y cargar las debilidades de los unos y de los otros. No debemos agradarnos a nosotros mismos, porque ni siquiera Cristo se agradó a sí mismo (Ro 15:1–3, 7).

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  • 3.

    ¿Cómo sabemos que el sacramento del lavado de pies debe ser realizado por la iglesia hoy en día?

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    Antes de que los discípulos llevaran a cabo el mandato de lavarse los pies los unos a los otros, primero tuvieron que recibir el lavado de pies de Jesús. De la misma manera, antes de que nosotros nos lavemos los pies los unos a los otros, primero tenemos que recibir el lavado de pies de Jesús. Después de ordenarles a los discípulos a que se lavaran los pies los unos a los otros (Jn 13:14), Jesús dirigió su atención nuevamente al lavado de pies que acababa de realizar y dijo: “Porque ejemplo os he dado para que, como yo os he hecho, vosotros también hagáis” (Jn 13:15). Hoy, debemos dejar que el Señor Jesús lave nuestros pies en el sacramento del lavado de pies a través de las manos de los ministros de la iglesia, quienes nos lavan según el ejemplo que dejó Jesús. Luego de que nuestros pies hayan sido lavados de esta manera por el Señor, los creyentes podremos lavarnos los pies los unos a los otros y poner en práctica las enseñanzas del lavado de pies en nuestras vidas diarias.

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  • 4.

    ¿Qué mensaje quiere transmitir Jesús con lo que dijo en el versículo 16?

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    La repetición de la expresión “no es mayor” y sus variantes puede parecer fuera de lugar en este contexto, pero es fundamental para entender la naturaleza del sacramento del lavado de pies. El siervo y el apóstol (“el enviado”) en el versículo 16 se refieren al que recibió la comisión de administrar el lavado de pies. Éste realiza el lavado de pies en nombre del Señor Jesús, quien es su maestro y el que lo envió. Por lo tanto, la autoridad soberana del Señor Jesús es vista a lo largo de la narración del lavado de pies y con esta autoridad Él comisionó a los discípulos a hacer lo que Él les había hecho. Sin esta comisión divina, el lavado de pies no podría considerarse un sacramento. Sólo si el mensajero ha sido enviado puede actuar en nombre del que lo envió. En virtud de la autoridad del Señor mismo, el lavado de pies administrado por la iglesia es efectivo para la salvación, permitiendo a quien lo recibe tener parte con el Señor.

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  • 5.

    ¿Con qué propósito Jesús predijo que sería traicionado?

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    Según el versículo 19, el Señor Jesús les dijo a los discípulos que sería traicionado para que cuando eso sucediera, ellos pudieran creer que “yo soy”. La expresión “yo soy”, dicha en un sentido absoluto, revela que Jesús es el único Dios eterno que está por sobre todas las cosas (Jn 8:24, 28, 58). El Señor quería que los discípulos creyeran a su debido tiempo que Él era el Dios soberano que estaba en control de todo, incluyendo la traición. Todo lo que había acontecido sucedió según su plan y voluntad.

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  • 6.

    ¿Cómo se relaciona lo que Jesús dijo en el versículo 20 con el lavado de pies?

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    Las palabras clave en este versículo son “recibir” y “enviar”. El enfoque pasa de la administración (13:16, 17) a la recepción del lavado de pies. En el versículo 16, vimos que aquellos que son enviados a lavar los pies (los siervos y los apóstoles) lo hacen basándose en una autoridad superior. Ahora, Jesús pone énfasis en la recepción de esta comisión divina. Cada discípulo que acepta el lavado de pies de parte de quien Jesús envió, reconoce la divinidad de Jesús y se somete a su autoridad.

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  • 13:21–30

    7.

    ¿Por qué Jesús “se conmovió en espíritu”?

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    Porque “uno de vosotros me va a entregar” (13:21). El traidor estaba dentro de sus seguidores más cercanos, a los que había amado desde el principio.

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  • 8.

    ¿Qué constituye una traición?

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    Una traición es cuando alguien toma ventaja de la confianza de otra persona para dañar a esa persona. Este fue el caso de Judas, quien había sido elegido por el Señor y lo siguió desde el principio, pero se volvió del lado de los enemigos de Jesús, quienes buscaban matarlo.

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  • 9.

    Haga una comparación entre “el discípulo al cual Jesús amaba” y Judas Iscariote.

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    El discípulo a quien Jesús amaba estaba recostado sobre el pecho de Jesús (v. 23), una acción que revela cercanía y confianza mutua. Su corazón estaba aunado con el de Jesús. Judas, por el contrario, se había vuelto contra su Señor. Su corazón fue ocupado por Satanás (13:2, 27). Finalmente, salió durante la noche (13:30). Estos dos personajes ejemplifican dos extremos de la distancia con el Señor.

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  • 13:31–35

    10.

    ¿Cómo fue glorificado el Hijo del hombre “ahora” (31)?

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    La declaración hace eco de Juan 12:23. Las expresiones “ahora” (13:31) y “en seguida” (13:32) enfatizan el tiempo soberado de Dios. Aunque en las apariencias, la traición de Judas le trajo a Jesús un final trágico, fue a través de esta hora de sufrimiento y muerte que el Señor fue glorificado y exaltado. A través de su sacrificio, Jesús atraería a todos a sí mismo (Jn 12:32).

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  • 11.

    ¿Por qué el mandamiento de amar los unos a los otros era un nuevo mandamiento?

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    El mandamiento del Señor Jesús de amarnos los unos a los otros es algo más que el mandamiento general de amar al prójimo como a uno mismo. Esto se debe a que el Señor Jesús mismo ha abierto personalmente esta manera de amar cuando vino a este mundo a servir y a ser nuestro rescate. Y como Él nos ha amado primero, somos capaces de amarnos los unos a los otros (cf. 1 Jn 4:7–11, 19). Además, este amor se encuentra principalmente entre los creyentes de Cristo, porque la razón por la que esta comunidad existe es el amor de Cristo. Por lo tanto, nuestro Señor nos manda a poner en práctica, dentro de su comunidad, esta nueva clase de amor, la cual está enraizada en Él.

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  • 12.

    ¿Por qué el amarnos los unos a los otros dará a conocer a todos que somos discípulos de Jesús?

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    El Señor Jesús mismo fue el ejemplo del amor supremo (Jn 15:13). Al imitar este amor, estamos imitando a Cristo.

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  • 13:36–38

    13.

    ¿Qué significa lo que dijo Jesús en el versículo 36?

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    Lo que Jesús le dijo a Pedro puede significar dos cosas: 1) que Pedro no seguiría a Jesús ahora pero lo haría después, en el sentido de que eventualmente seguiría al Señor hasta la muerte (cf. Jn 21:18, 19); 2) que Pero también seguiría al Señor a la gloria eterna (cf. 1 P 5:1).

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  • 14.

    Haga una comparación entre lo que Pedro pensaba y lo que el Señor le dijo (37–38). ¿En qué momentos somos similares al Pedro de este entonces?

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    Pedro juró que seguiría a Jesús hasta el punto de dar su vida por Él, pero el Señor sabía que Pedro no sería capaz de cumplir su promesa. De la misma manera, nosotros a veces también sobreestimamos lo que podemos hacer, pese a nuestras buenas intenciones. Como el Señor dijo: “El espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mt 26:41). Por lo tanto, no podemos depender de nuestra determinación en nuestro compromiso con Cristo, sino que debemos depender de la ayuda de Dios a través de la oración vigilante y caminar en la verdad para poder permanecer firmes frente a las pruebas (Mt 26:41; Lc 21:36; Ef 6:10–18).

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