Contexto

El Evangelio de Juan nos remonta al principio, al relato de la creación registrado en Génesis. Los primeros dieciocho versículos son el prólogo del Evangelio. Muchos de los temas y conceptos que se desarrollan más adelante en el Evangelio se anticipan aquí. Una lectura cuidadosa de este prólogo le dará al lector un entendimiento claro de las partes vitales de este Evangelio.

Versículo clave

(1:14)

¿Sabía usted que...?

  1. El Verbo (1:1, 14): el uso de la expresión “el Verbo” para designar a Dios en Juan es algo único en la Biblia. Si bien los filósofos griegos también usaron esta palabra (logos, en griego) para referirse a un principio eterno de razón y orden que todo lo impregna, la doctrina que se presenta en este Evangelio acerca del “Verbo” no tiene relación alguna con dicha filosofía. Al contrario, indicios de esta maravillosa verdad pueden encontrarse en el Antiguo Testamento, en donde aprendemos que Dios reveló su voluntad, su poder e incluso su identidad a través de su palabra (cf. Sal 33:6; Dt 32:47; Sal 107:20, 119:50; Is 55:10, 11).

Esquema

  • El Verbo de la vida y la luz
  • El testimonio de Juan sobre la luz verdadera
  • Rechazo y recepción del Verbo
  • El Verbo se hizo carne y trajo la plenitud de Dios

Análisis general

  • 1.

    Anote los conceptos o temas claves que ve en el prólogo.

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    Algunos temas/conceptos: divinidad de Jesucristo, vida, luz, testigo, nacer de nuevo, ser hijos de Dios, encarnación, gracia y verdad a través de Jesucristo.

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  • 2.

    ¿Qué pares de opuestos o contrastes encuentra en este pasaje?

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    Luz y tinieblas; aquellos que no recibieron al Verbo y aquellos que sí lo hicieron; aquellos que nacieron de sangre o por voluntad de carne o por voluntad de varón vs. aquellos que nacieron de Dios; la ley de Moisés en contraste con la gracia y la verdad de Jesús (aquí no se condena a la ley mosaica, sino que se señala la superioridad de la gracia y la verdad de Cristo; cf. Heb  8:1–6, 9:11, 22, 23).

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  • 3.

    El enfoque de este pasaje es “el Verbo”. Lea cuidadosamente y anote todo lo que el pasaje dice sobre el Verbo.

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  • 4.

    ¿Por qué es importante entender que Jesús es el Verbo?

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    Al identificar a Jesús como el Verbo eterno por quien todas las cosas fueron hechas, el autor quiere que reconozcamos y creamos que Jesús es Dios. Esta verdad es esencial para la salvación, dado que sólo Dios puede otorgar la autoridad para que seamos hechos hijos de Dios. Dado que Jesús es Dios, podemos recibir gracia, verdad y vida por medio de Él.

    Además, la designación de Jesús como el Verbo también nos enseña sobre el propósito por el que se hizo carne—para darnos a conocer al Padre que nadie ha visto jamás. Así como las palabras de Dios revelaron su voluntad y poder en el Antiguo Testamento, el Verbo revela a Dios a la humanidad (Heb 1:1–2). Sólo Jesús, que es Dios mismo, es capaz de conocer y revelarnos a Dios.

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  • 5.

    ¿Cuál fue el papel y la función de Juan?

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    Él fue enviado por Dios para dar testimonio de la luz (6, 15).

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Análisis del segmento

  • 1:1–5

    1.

    ¿A qué “principio” se refiere el versículo 1?

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    El “principio” de Juan 1:1 se refiere a la eternidad antes del tiempo y la creación. Juan 1:1 y Génesis 1:1 son comparables, pero difieren en el punto de referencia. Génesis 1:1 se refiere al principio de la creación física, mientras que Juan 1:1 se refiere a la preexistencia de Jesucristo, quien precede a la creación física (Ap 1:8, 11, 22:13; cf. Ef 1:3, 4; Col 1:17, 1 P 1:20; Ap 13:8).

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  • 2.

    ¿Cómo puede el Verbo ser Dios y estar con Dios al mismo tiempo (1)?

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    Dios es Espíritu (Jn 4:24). No está limitado por el tiempo y el espacio como lo estamos nosotros. Que el Verbo sea Dios y esté con Dios desafía nuestro entendimiento, y aquí radica el misterio de la encarnación como se enseña en 1 Timoteo 3:16 (¿cómo puede Jesús estar en la carne y al mismo tiempo seguir siendo el Dios eterno?). La divinidad de Cristo es una de las verdades que revela la Biblia que debemos aceptar con fe incluso cuando sobrepase nuestro entendimiento.

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  • 3.

    ¿Por qué el autor usa el tema de la creación para expresar el mensaje que se encuentra en este segmento?

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    Porque quería demostrar que la nueva obra y la nueva vida que Dios estaba efectuando a través de Jesucristo era muy semejante a la obra de creación de Dios. El nacimiento espiritual y la vida nueva son temas claves que se encuentran a lo largo de este Evangelio.

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  • 1:6–9

    4.

    ¿Qué nos enseña el contraste entre la luz y las tinieblas acerca de Dios y su relación con nosotros?

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    “Dios es luz y no hay ningunas tinieblas en él” (1 Jn 1:5). Jesús, siendo Dios mismo, trajo luz al mundo porque Él es la luz verdadera (Jn 1:6–9). Pero todo el que hace el mal ama las tinieblas y no la luz (Jn 3:19), “anda en tinieblas y no sabe a dónde va” (1 Jn 2:11). “Tinieblas”, por lo tanto, es una metáfora de todo lo que se opone a Dios y su bondad.

    Si elegimos vivir según los principios que se oponen a Dios, entonces todavía estamos bajo el dominio del maligno y somos espiritualmente ignorantes. Pero si creemos y seguimos al Señor Jesús, no andaremos en las tinieblas sino que conoceremos la salvación de Dios (Jn 8:12, 12:35, 36, 46). No seremos condenados sino que tendremos vida eterna.

    La luz y las tinieblas son mutuamente excluyentes. O estamos en la luz o estamos en las tinieblas, y debemos tomar esta decisión tanto en nuestra fe como en nuestra conducta. Tener comunión con Dios significa abandonar las tinieblas (1 Jn 1:6, 7). Simplemente no hay un punto medio (2 Co 6:14).

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  • 5.

    ¿Cuál fue el propósito del testimonio de Juan?

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    “A fin de que todos creyeran por medio de él” (7).

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  • 6.

    ¿Qué nos dicen estos versículos sobre el alcance de la salvación de Jesús?

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    Las palabras “todos” (7) y “todo” (9) indican el alcance universal de la luz de la salvación. Nadie está excluido del amor de Dios, aunque los hombres tienen la opción de rechazarlo (Jn 3:16–18).

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  • 1:10–13

    7.

    ¿Cuál es la triste ironía que se transmite en los versículos 10 y 11?

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    Aquí, la Biblia llama al mundo, particularmente a las personas de este mundo, “lo suyo”. Esto sugiere propiedad. Somos de Cristo porque fuimos hechos a través de Él y Él es nuestro creador y Señor. No sólo así, la expresión “lo suyo” también implica el amor de Dios. Somos de Dios en el sentido de que somos amados por Él, tanto que Él estuvo dispuesto a venir al mundo por nosotros. Sin embargo, nuestro Señor fue rechazado por las mismas personas que Él había creado y amado tanto.

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  • 8.

    ¿Cómo podemos “recibir” la luz?

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    Recibir la luz es recibir a Jesús en nuestros corazones y nuestras vidas, acogerlo como nuestro, así como Él nos considera suyo. Recibir la luz es darle a Jesús el lugar que se merece y someternos a su gobierno. Recibir la luz es confiar que el Señor Jesús es la fuente de toda bondad, el camino a la vida eterna. En nuestras vidas diarias, esto se traduce en pensamientos y conductas piadosas que obedecen los mandamientos de Cristo y se liberan de la oscuridad del mal.

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  • 9.

    ¿Qué significa nacer de Dios? ¿Cómo podemos ser hijos de Dios?

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    No nos convertimos en hijos de Dios con simple declarar que somos hijos de Dios. Este cambio de identidad supone un nacimiento espiritual, el comienzo de una vida nueva. Como enseña el versículo 12, la condición previa para nacer de Dios es recibir la luz y creer en su nombre. Al elegir hacer esto, se nos da el derecho de ser hijos de Dios. “Potestad” también se traduce como “autoridad”10/353.  Sólo Dios puede otorgar esta autoridad. El resultado es un nacimiento nuevo.

    Según otros pasajes de la Biblia, entendemos que este nacimiento es otorgado a través del lavado de la regeneración durante el bautismo (Jn 3:5; Tit 3:5; Hch 22:16). Así es como nos “convertimos” en hijos de Dios (“convertir” indica una transformación real). Por la autoridad universal de nuestro Señor Jesús, nuestro viejo hombre muere en el bautismo y somos resucitados a una vida nueva en Cristo y nos convertimos en herederos de acuerdo a la promesa de Dios (Mt 28:18–20; Ro 6:3, 4; Gl 3:26–29; Col 2:11–13).

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  • 10.

    ¿Qué implica “creer en el nombre de Jesús”?

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    “Nombre” representa propiedad. El pueblo de Dios lleva el nombre de Dios en el sentido de que le pertenece (2 Cr 7:14, NVI). La casa y la ciudad de Dios también llevan su nombre (Jer 7:10, 11, 14, 30, 25:29, 32:34, 34:15). Este concepto es llevado al Nuevo Testamento. Aquellos que son salvos llevan el nombre de Dios (Hch 15:12–17). Por lo tanto, creer en el nombre de Jesús significa aceptar la oferta de Jesús de ser suyo.

    Segundo, “nombre” implica autoridad. Jesús enseñó que Él vino en el nombre de su Padre (Jn 5:43) y que obró en nombre de su Padre (Jn 10:25). Esto significa que Él hizo todo con la autoridad que le dio su Padre. Santificar el nombre de Dios implica reconocer su realeza y obedecer su voluntad (Mt 6:9, 10). De la misma manera, creer en el nombre de Jesús es someternos a su autoridad como nuestro Señor. Tal como aprendimos en el mismo versículo (Jn 1:12), esta autoridad nos permite nacer de Dios y convertirnos en hijos de Dios.

    Ambos aspectos del nombre de Jesús, es decir, su propiedad y su autoridad, se encuentran en nuestro bautismo. Cuando nos bautizamos, pasamos a ser de la propiedad de Jesús y nos colocamos bajo su autoridad. Esto es lo que significa revestirse de Cristo (Gl 3:27). Es por eso que la Biblia subraya repetidamente el hecho de que el bautismo se realiza en el nombre del Señor Jesús (Mt 28:19; Hch 2:38, 8:16, 10:48, 19:5; cf. 1 Co 1:13; Hch 22:16). Al ser bautizados, asumimos una nueva identidad y nuestras vidas diarias también deben reflejar el nombre por el que fuimos llamados (cf. Stg 2:7; Col 3:17).

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  • 1:14–18

    11.

    Por primera vez en el prólogo, el autor usa el pronombre “nosotros” (primera persona del plural), invitando al lector a reflexionar sobre la verdad del versículo 14. ¿Qué significa para usted en lo personal el hecho de que el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros?

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  • 12.

    Lea los siguientes versículos sobre la gloria de Jesús y anote lo que ha aprendido: Jn 2:11, 5:41, 44, 7:18, 8:54, 11:4, 40, 17:5, 22, 24.

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    La gloria puede venir tanto de Dios como de los hombres. Cuando viene de los hombres, la palabra tiene el sentido de honor o admiración. La gloria de nuestro Señor Jesús no viene de los hombres sino del Dios Padre. Jesús también da su gloria a sus creyentes. La gloria divina de Jesús da a conocer a Dios y sus atributos, tales como su justicia y poder, y fue revelada a través de las señales que realizó. Como resultado, la gente creyó en Él. Si bien el Señor exhibe su gloria a su tiempo y según su propia voluntad, también espera que nosotros confiemos en sus palabras para dar testimonio de su gloria.

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  • 13.

    ¿Qué significa “de su plenitud recibimos todos” (16)?

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    El versículo 14 nos dice que el Verbo se hizo carne y es lleno de gracia y de verdad. Por lo tanto, “plenitud” aquí se refiere a la abundante gracia y verdad que Cristo nos ha traído. Colosenses 1:19 y 2:9 nos enseña que en Cristo “habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad”. Al venir a Cristo, podemos experimentar y recibir todas las bendiciones espirituales que se encuentran en Dios, que incluyen la remisión de los pecados, ojos espirituales para ver lo perdurable, la esperanza de vida eterna, el Espíritu Santo morando en nosotros, la paz en Cristo y una vida abundante. Esto es posible porque el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.

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  • 14.

    “Gracia sobre gracia” expresa la plenitud y la inagotable gracia de Dios. ¿Cómo ha experimentado esta gracia sobre gracia en Cristo?

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  • 15.

    ¿Por qué se contrasta la ley que fue dada a través de Moisés con la gracia y la verdad que vinieron a través de Jesucristo (17)?

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    La ley nos enseña a discernir el bien del mal y cómo vivir una vida agradable a los ojos de Dios. Sin embargo, debido a la debilidad de la carne, somos incapaces de cumplir con los requisitos de la ley y somos condenados por la ley. Cristo vino a pagar por nuestros pecados y para que seamos capaces de ser llamados hijos de Dios y herederos de la promesa (Ro 8:3; Gl 3:13–14). Esta es la gracia de Dios—ser justificados gratuitamente aunque no lo merezcamos (Ef 1:1–13). Ahora, habiendo sido perdonados y recibido el Espíritu Santo prometido, podemos conocer y cumplir con la verdad. Esta nueva relación con Dios es el verdadero cumplimiento de lo que exigía la ley (Ro 8:4; Heb 8:7–13).

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  • 16.

    ¿Qué nos dice el versículo 18 acerca de por qué a Jesús se lo llama “el Verbo”?

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    Jesús es “el Verbo” porque ha dado a conocer al Padre que nadie ha visto jamás. En el pasado, Dios se hizo conocer a través de sus palabras. Pero ahora, Jesús, que estaba con Dios en el principio y que era Dios mismo, nos ha revelado completamente a Dios y el camino hacia Él (Heb 1:1, 2). Escuchar al Hijo es escuchar al Padre, y conocer al Hijo es conocer al Padre (Jn 5:37, 38, 14:24, 15:15, 17:14, 25, 26).

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