Contexto

Según la hora predeterminada, Jesús amó a sus discípulos con un último acto de amor: les lavó los pies. Luego les ordenó hacer lo mismo, estableciendo así el sacramento del lavado de pies como medio para tener parte con Él. También les ordenó que se lavaran los pies los unos a los otros, un acto que les recordaría que tenían que amarse los unos a los otros. Al exponer la traición de Judas y al predecir la negación de Pedro, Jesús dejó en claro a los discípulos que había llegado su hora de partir. Para prepararlos para el juicio que se avecinaba, Jesús les aseguró repetidamente que no los dejaría solos, sino que vendría a ellos de nuevo. Esta lección estudia la primera parte de los largos discursos que se extienden hasta el final del capítulo 16.

Versículo clave

(14:18)

¿Sabía usted que...?

  1. Moradas (14:2): literalmente, “viviendas”. Es la misma palabra que “morada” en el versículo 23. Los verbos “vivir” y “estar” de los versículos 10, 17 y 25 también pueden traducirse como “morar”.
  2. Consolador (14:16): denota a una persona que aparece en nombre de otra. También puede traducirse como “mediador” o “intercesor” 10/766. La RVR95 traduce la misma palabra como “abogado” en 1 Jn 2:1.
  3. Judas (14:22): probablemente Judas, hijo de Jacobo (Lc 6:16; Hch 1:13).

Esquema

Análisis general

  • 1.

    ¿Qué promesas hizo Jesús en este pasaje?

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    • “…vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo esté, vosotros también estéis” (3).
    • “El que en mí cree, las obras que yo hago, él también las hará; y aun mayores hará…” (12).
    • “Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, lo haré” (13).
    • “Si algo pedís en mi nombre, yo lo haré” (14).
    • “Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre” (16).
    • “No os dejaré huérfanos; volveré a vosotros” (18).
    • “…vosotros me veréis” (19).
    • “Porque yo vivo, vosotros también viviréis” (19).
    • “En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros” (20).
    • “…el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él” (21).
    • “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada con él” (23).
    • “Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho” (26).
    • “La paz os dejo, mi paz os doy” (27).
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  • 2.

    Anote lo que este pasaje enseña sobre la unidad de Jesús con el Padre.

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    • “Nadie viene al Padre sino por mí” (6).
    • “Si me conocierais, también a mi Padre conoceríais” (7).
    • “El que me ha visto a mí ha visto al Padre” (9).
    • “¿No crees que yo soy en el Padre y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mí propia cuenta, sino que el Padre, que vive en mí, él hace las obras” (10).
    • “Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí” (11).
    • “Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo” (13).
    • “En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros” (20).
    • “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada con él” (23).
    • “La palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió” (24).
    • “Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas…” (26).
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  • 3.

    ¿Qué conexiones puede hacer usted entre estas ideas claves que aparecen en el pasaje: “vivir/morar”, “amar” y “guardar los mandamientos”?

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    El amor es la base para vivir juntos. Sólo el amor mutuo hace que dos personas anhelen estar juntas. Las promesas que el Señor hace concernientes a las moradas que hay en la casa de su Padre (2), preparar un lugar para los creyentes (3) y venir a recibirlos para que estén donde Él está (3), todo expresa el profundo amor que hay entre Él y los creyentes. La promesa de que el Espíritu Santo estará con los creyentes para siempre (16, 17) y que Él no los dejará huérfanos (18) también se debe al amor que tiene por ellos. El Señor Jesús lo hace aún más explícito cuando dice que su Padre amará a quienes lo aman a Él, y Él y su Padre vendrán y harán su morada con esas personas (23). En cuanto a los discípulos, ellos se regocijarán al pensar en el regreso del Señor si es que aman al Señor (28).

    El amor también nos motiva a guardar los mandamientos del Señor (15, 21, 23). Sin amor, la obediencia es una obligación y una carga. Cristo, por su parte, también nos da sus mandamientos por el amor que tiene por nosotros. Es por eso que dijo: “El que tiene mis mandamientos” (21; el subrayado es nuestro), ya que sus mandamientos son para nuestro bien y son valiosos. Es un privilegio tener los mandamientos de Cristo porque se nos dieron por amor. El Señor prometió, además, que si lo amamos y guardamos su palabra, su Padre nos amará y Él y su Padre vendrán a hacer morada con nosotros (23). Por lo tanto, guardar los mandamientos de Dios es un acto concreto que se hace sobre las bases del amor, y esta relación de amor se profundiza mucho más cuando Dios permanece con nosotros como resultado de nuestra obediencia.

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  • 4.

    ¿Qué enseñó Jesús sobre el Espíritu Santo?

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    • Él es el “otro Consolador” que el Padre nos da para que esté con nosotros para siempre (16).
    • Él es el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Pero nosotros lo conocemos porque vive con nosotros y está en nosotros (17).
    • El Espíritu Santo, a quien el Padre envía en el nombre de Jesús, nos enseña todas las cosas y nos trae a la memoria todas las cosas que Jesús nos ha dicho (26).
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Análisis del segmento

  • 14:1–4

    1.

    ¿Cómo son las palabras de Jesús aquí una fuente de consuelo y fortaleza para usted?

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  • 14:5–14

    2.

    ¿Cómo contradice la proclamación de Jesús en el versículo 6 la noción popular de que todas las religiones son esencialmente iguales?

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    Aunque muchas religiones alientan a la gente a hacer el bien, sólo la fe en Jesús puede darnos acceso a Dios, el Padre. Jesús es el único camino porque sólo en Él hay verdad: la verdad sobre Dios, la verdad sobre la condición pecaminosa del hombre y verdad sobre la redención que Dios da al mundo (Jn 1:14, 17, 5:30–32, 7:16–18, 8:26, 31, 32, 40, 18:37). Además, sólo en Él hay vida, porque Él, como el Hijo de Dios, es el único salvador que tiene la autoridad para darnos vida eterna (Jn 3:14–17, 5:24–26, 6:40, 47, 51, 54, 63, 8:51, 10:27, 28).

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  • 3.

    ¿Cómo caminamos en Jesús, el camino?

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    Según lo que le dijo el Señor Jesús a Felipe, conocer a Jesús como el camino implica creer en sus palabras (14:9–11). Más adelante, el Señor Jesús también nos enseña que guardar sus mandamientos permite que estemos en unión con el Padre (14:21, 23). En resumen, caminar en Jesús, el camino, significa creer en Él y guardar sus mandamientos.

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  • 4.

    ¿En qué sentido los creyentes harán obras mayores que las que hizo Jesús?

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    Los que creen en Jesús harán aún mayores obras que las que hizo Jesús mientras estuvo en la tierra porque el Señor resucitado hará por ellos todo lo que le pidan en su nombre (14:12–14). Cuando el Señor Jesús sea exaltado, continuará sus obras a través de los creyentes. El alcance de sus obras será aún mayor que lo que Jesús había logrado cuando estuvo en este mundo (cf. Jn 12:24, 32).

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  • 5.

    ¿Cuál es el contexto de la promesa de que el Señor hará todo lo que le pidamos en su nombre?

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    Si queremos tener un entendimiento adecuado de la promesa del Señor, debemos leerla en contexto. Tal como se mencionó en la pregunta anterior, el Señor Jesús estaba hablando de las obras que los creyentes harían. Estas obras son de la misma naturaleza que las obras que Jesús había hecho en este mundo (14:12). Las obras de Jesús fueron lo que el Padre le había mostrado y le había enviado a hacer (Jn 4:34, 5:20, 36, 7:21, 9:3, 4, 10:25, 32, 37, 38, 14:10, 11, 15:24, 17:4). Eran buenas obras que buscaban atraer a los hombres de vuelta a Dios. Por lo tanto, la promesa de Jesús debe ser interpretada a la luz de la comisión encomendada por el Padre. Aquellos que creen en Jesús continuarán sus obras en una mayor medida, pidiéndole al Padre que los ayude en el nombre de Jesús. Sin embargo, su promesa no se refiere a nuestros caprichos personales que derivan de deseos egoístas (cf. Stg 4:3; 1 Jn 5:14, 15).

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  • 14:15–24

    6a.

    ¿Qué implica la palabra “guardar”?

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    Guardar los mandamientos de Jesús se basa en nuestro amor por Él (14:15, 21, 23). La palabra “guardar” también se puede traducir como “preservar” o “proteger”. Es una palabra que implica aferrarse a algo valioso y querido.

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  • 6b.

    ¿Qué nos enseña esto acerca de la actitud que debemos tener cuando guardamos los mandamientos de Jesús?

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    Si amamos a Jesús, llevaremos todo lo que Él nos manda en el corazón. Esa es la actitud con la que tendríamos que poner en práctica sus palabras. Como consecuencia, nos esforzaremos en hacer todo lo que Él nos manda.

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  • 7.

    ¿De qué manera el Espíritu Santo es nuestro Consolador?

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    Que el Espíritu Santo vive con nosotros significa que Dios está con nosotros. Esto en sí es algo que nos consuela. El Espíritu Santo nos ayuda en nuestro caminar cristiano enseñándonos (Jn 14:26, 16:13), recordándonos las palabras de Jesús (Jn 14:26), intercediendo por nosotros (Ro 8:26; Jud 20), santificándonos (2 Ts 2:13) y capacitándonos para vivir una vida nueva (Tit 3:5, 6; Gl 5:22–25).

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  • 14:15–246a. What is the thought behind the word “keep”?

    8.

    ¿En qué sentido vemos al Señor hoy (18, 19, 21)?

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    En este capítulo, el Señor Jesús usa varios términos para explicarnos de qué manera nosotros, como creyentes, podemos ver al Señor. Si amamos al Señor y guardamos sus mandamientos, Jesús y su Padre vendrán a nosotros y harán morada con nosotros (14:23). Esta presencia y manifestación divinas vienen a nosotros a través del Espíritu Santo que vive en nosotros para ayudarnos y para enseñarnos la verdad (14:16, 17, 26). Como el Espíritu Santo es, de hecho, el Espíritu de Jesús y el Espíritu del Padre (cf. Mt 10:20; Lc 4:18; Hch 8:39, 16:6, 7; Ro 8:9; 2 Co 3:17; Gl 4:6), el Señor Jesús podía hablar indistintamente de la venida de sí mismo, de la venida de su Padre y de la del Espíritu Santo (Jn 14:18). A través de las obras de Dios que vemos y experimentamos en nuestras vidas, somos capaces de ver al Señor. Esta presencia de Dios es algo que los incrédulos (es decir, “el mundo” en Jn 14:19) no pueden ver (cf. Jn 14:17).

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  • 9.

    Jesús prometió: “…porque yo vivo, vosotros también viviréis”. ¿Cómo sirve esto de aliento para usted?

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    Aunque a menudo somos débiles y nos inquietamos fácilmente por muchas cosas, no nos desesperamos porque tenemos al Dios viviente en quien confiar. Él vive, por lo que tiene soberanía por sobre todas las cosas. Si estamos unidos a Él en amor, tendremos la confianza de que nada jamás podrá quitarnos la esperanza eterna (cf. Ro 8:18–39; 2 Co 4:7–18).

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  • 10.

    ¿De qué manera la promesa de Jesús de que moraremos con Él (v. 2-4) ya está comenzando a hacerse realidad para los creyentes hoy?

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    La presencia de Dios en nuestras vidas, descrita tan copiosamente en este capítulo, es el comienzo del cumplimiento de la promesa de Jesús de morar con nosotros. La vida que compartimos en Dios ya es una realidad incluso ahora, y durará hasta la eternidad cuando el Señor finalmente nos reciba en las muchas moradas de la casa de su Padre (Jn 14:2).

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  • 14:25–31

    11.

    Comparta su experiencia de cómo el Espíritu Santo lo enseña y le recuerda de las palabras de Jesús.

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  • 12.

    ¿En qué se diferencia la paz que Jesús nos da de la paz que da el mundo?

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    La paz que el mundo da es externa y temporal. La ilusoria sensación de seguridad va y viene junto con las ganancias y pérdidas de la vida. La paz que Jesús da, por el contrario, produce un cambio interno y calma nuestros corazones. A través de la confianza en el Señor, el guardar sus mandamientos y las obras que el Espíritu Santo hace en nosotros, estaremos en paz sin importar lo que se nos presente en la vida. Porque nuestro Señor vive, nosotros también viviremos (14:19). La comunión personal que tenemos con nuestro salvador sostiene nuestras almas incluso a través de las pruebas más difíciles.

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  • 13.

    ¿Cómo nos mostró Jesús de qué manera debemos amar a Dios?

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    El Señor Jesús demostró que amaba a su Padre al cumplir con los mandatos que le dio su Padre (14:31). Debemos imitar su sumisión total a medida que aprendamos a amar a nuestro Señor.

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