Contexto

Jesús concluye su ministerio público con un último mensaje revelador. Ahora vuelve su atención exclusivamente a sus discípulos, ya que estaba a punto de dejarlos por un tiempo para ir al Padre. Al comienzo de esta prolongada sección que registra sus discursos finales y su oración al Padre se encuentra un evento crucial: el lavado de los pies de los discípulos. Este evento es profundamente significativo en la relación salvadora que existe entre Jesús y sus discípulos. También sienta las bases para el resto de la sección que habla sobre las últimas horas de Jesús en este mundo.

Versículo clave

(13:1)

¿Sabía usted que...?

1. “Cuando cenaban” (13:2): el lavado de pies que realizó Jesús era diferente a la costumbre de lavar los pies de los huéspedes para mostrar hospitalidad, ya que esta tenía lugar antes de la cena, no durante.

2. “Comenzó a lavar los pies de los discípulos” (13:5): lavarse los pies para la comodidad e higiene personal era algo bastante común (cf. 2 S 11:8; Cnt 5:3). Cuando se hacía para mostrar hospitalidad, o se ofrecía agua al huésped, o los esclavos del anfitrión lavaban los pies del huésped (cf. Gn 18:3–5, 19:2, 24:32, 33, 43:24). Tocar los pies de otra persona era algo tan servil para los judíos que los esclavos judíos no estaban obligados a realizarlo. Por lo tanto, salvo en circunstancias extraordinarias, sólo los esclavos de más bajo rango lavarían los pies de otra persona (cf. 1 S 25:41).

3. “El que ya se ha bañado no necesita lavarse más que los pies” (13:10, NVI): la palabra para “lavarse” representa limpieza parcial, como lavarse la cara, lavarse las manos o lavarse los pies (cf. Mt 6:17, 15:2; Jn 9:7). La palabra para “bañado” implica lavar todo el cuerpo.

Esquema

  • Contexto y descripción del lavado de pies realizado por Jesús
  • Conversación con Pedro

Análisis general

  • 1a.

    Anote las instancias en las que aparece la palabra “saber” en 13:1–20.

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    • Jesús sabía que su hora había llegado y que debía partir de este mundo para ir al Padre (13:1).
    • Jesús sabía que el Padre había puesto todo en sus manos y que había venido de Dios e iba de regreso a Dios (13:3).
    • Cuando Pedro protestó, Jesús le dijo: “Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora, pero lo entenderás después” (13:7).
    • Jesús sabía quién lo traicionaría (13:11).
    • Luego de lavar los pies de sus discípulos, Jesús les preguntó: “¿Sabéis lo que os he hecho?” (13:12). (Gramaticalmente, esta pregunta en griego también podría leerse como una orden: “Sabed lo que os he hecho”.)
    • Jesús prometió a los discípulos: “Si sabéis estas cosas, bienaventurados sois si las hacéis” (13:17).
    • Al hablar de la traición que sufriría, Jesús dijo: “Yo sé a quienes he elegido” (13:18).
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  • 1b.

    ¿Qué verdades ha aprendido usted del uso de esta palabra?

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    El conocimiento de Jesús reveló su identidad divina. La mención de su conocimiento indica que Jesús no fue una víctima indefensa de las circunstancias, sino el Señor sobre todas las cosas. Los eventos sucedieron de acuerdo a “su hora”, es decir, el tiempo predeterminado de Dios. Incluso la traición estaba bajo su conocimiento omnipresente. Por lo tanto, el lavado de pies fue un acto deliberado de acuerdo con su voluntad y tiempo soberanos. Esto nos dice que el significado del lavado de pies estaba estrechamente relacionado con el origen celestial de Jesús, su partida, su retorno a la gloria y su soberana voluntad.

    En contraste, Pedro, quien representaba a los discípulos en la narración, no entendía el significado del lavado de pies realizado por Jesús. Pero Jesús le prometió que lo entendería después. De todas maneras, Jesús ordenó que los discípulos se lavaran los pies los unos a los otros, tal como Él había hecho con ellos. Jesús les había dicho lo que necesitaban saber. Si hacían lo que sabían, serían bendecidos. Como seres humanos, no tenemos pleno conocimiento del tiempo o el propósito de Dios. Pero Él nos ha revelado lo que necesitamos saber. Si actuamos sobre este conocimiento, seremos bendecidos.

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  • 2.

    ¿Cómo sabemos que el lavado de pies que realizó Jesús trascendió las costumbres de aquella época?

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    • Ya fuera por hospitalidad o por higiene y comodidad personal, el lavado de pies nunca fue realizado por alguien de jerarquía alta. Pero nuestro Señor Jesús, siendo Maestro y Señor, lavó los pies de sus discípulos (13:13, 14). Con razón Pedro insistió en que Jesús no le lavara los pies (13:6, 8).
    • Por lo general, el huésped se lavaba los pies antes de la comida. Pero en esta ocasión, Jesús, siendo el Maestro, lavó los pies de los que estaban presentes en el banquete mientras aún estaban comiendo (13:2).
    • Jesús le dijo a Pedro: “Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora” (13:7). Si lo que hacía Jesús era la costumbre, Pedro hubiera entendido lo que estaba aconteciendo (cf. 13:12).
    • Si lo que hizo Jesús fue un gesto de hospitalidad, Pedro hubiera sido halagado por negarse a aceptar que Jesús le lavara los pies en vez de ser reprendido por Jesús (13:8).
    • Jesús les preguntó a los discípulos si entendían lo que Él había hecho y señaló la inversión de roles en el lavado de pies (13:12–14).
    • El lavado de pies que realizó Jesús, si bien era un ejemplo de humildad, también tenía autoridad divina. Es por eso que luego, en los versículos 16 y 20, Jesús habló del concepto de ser enviado.
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Análisis del segmento

  • 13:1–5

    1a.

    Qué nos dice esta sección acerca de: el tiempo del lavado de pies que realizó Jesús.

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    Ocurrió antes de la fiesta de la Pascua (13:1), durante la cena, cuando el diablo ya había puesto en el corazón de Judas que traicionara a Jesús (13:2).

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  • 1b.

    Qué sabía Jesús que dio lugar al lavado de pies.

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    Jesús sabía que le había llegado la hora de partir de este mundo para volver al Padre (13:1). También sabía que el Padre le había dado todas las cosas en sus manos y que había salido de Dios y a Dios iba (13:3).

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  • 1c.

    La acción de lavar los pies de los discípulos.

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    Vea los versículos 4 y 5.

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  • 1d.

    Los receptores del lavado de pies.

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    Aquellos que recibieron el lavado de pies de Jesús fueron “los suyos que estaban en el mundo” (13:1), es decir, los discípulos de Jesús (13:5; cf. Jn 10:4).

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  • 2a.

    ¿Qué significa que el Padre le había dado todas las cosas en sus manos (13:3)?

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    El Padre le había dado a Jesús autoridad sobre todas las cosas. Esta autoridad universal que Jesús tenía en sus manos se refería específicamente a su autoridad para salvar (Jn 3:35, 36, 17:2).

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  • 2b.

    ¿Por qué este hecho era importante para el lavado de pies que realizó Jesús?

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    La autoridad soberana de Jesús para salvar es la base de la importancia salvadora del lavado de pies. Así como introdujo la orden de bautizar con la declaración de su autoridad universal (Mt 28:18, 19), en Juan 13, la descripción del lavado de pies que realizó Jesús fue precedida por la observación de que Jesús había recibido del Padre autoridad sobre todas las cosas. Por lo tanto, el lavado de pies está íntimamente relacionado con el poder que tiene Jesús de otorgar vida eterna. A través del lavado de pies, el Señor Jesús imparte salvación y vida eterna a los creyentes.

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  • 3.

    ¿Por qué el tiempo en que Jesús realizó el lavado de pies era significativo?

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    El tiempo del lavado de pies que realizó Jesús estaba conectado con su partida de este mundo. La mención de la Pascua nos recuerda de su muerte inminente, a través de la cual sería exaltado a la gloria.

    En este momento final con sus discípulos, el Señor Jesús quería amarlos con una última acción. El significado y el efecto del lavado de pies tenían raíz en la muerte y la glorificación de Jesús. Es por eso que los sacramentos (es decir, instituciones de Cristo que involucran acciones físicas y el uso de elementos a través de los cuales Él otorga su gracia de salvación), que incluyen el bautismo, la santa comunión y el lavado de pies, fueron establecidos en conexión a la crucifixión y resurrección de Jesús. En el caso del lavado de pies, Jesús instituyó este sacramento antes de morir y regresar a la gloria. Esto indica que subyacentes a su lavado de pies estaban tanto su muerte humilde como su exaltación, a través de los cuales el lavado de pies recibe su importancia salvadora.

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  • 4a.

    ¿Por qué el lavado de pies que realizó Jesús fue un acto de amor?

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    La Biblia nos dice que Jesús “amó” a los discípulos al lavarles los pies. La Biblia no dice que sus acciones fueron simbólicas de su amor por ellos. En otras palabras, el lavado en sí fue un acto de amor y fue un último acto de amor. Sólo podemos entender esto si aceptamos que el lavado de pies que realizó Jesús tenía efecto de salvación para los discípulos. A través del lavado de pies, Jesús les otorgó a los discípulos tener parte con Él. Si, por el contrario, el lavado de pies que realizó Jesús fuera estrictamente una ilustración de su humildad o simplemente un lavado externo, este acto en sí mismo no podría haberse descrito con las palabras “los amó hasta el fin”.

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  • 4b.

    ¿Por qué este acto de amor era sólo para “los suyos” y no para el mundo entero?

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    Sólo los creyentes tienen el privilegio de tener parte con el Señor. El lavado de pies que realizó Jesús reveló su amor para aquellos que le pertenecen. Aquellos que no pertenecen a Cristo no pueden participar de esta gracia. Refiérase a la pregunta 9 para leer sobre la relación entre ser “bañado” y el lavado de pies.

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  • 5a.

    Observe con cuidado y contemple la descripción de las acciones de Jesús en los versículos 4 y 5. ¿Qué podemos aprender aquí acerca de Jesús?

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    Jesús asumió el papel de un esclavo e hizo algo que se consideraba humillante. Quitarse su manto, ceñirse una toalla y las demás acciones retratan su humildad. Él eligió amar a sus discípulos por medio del sacrificio personal y el servicio humilde.

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  • 5b.

    ¿Qué puede usted aprender de Él?

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    (La respuesta está vacía)
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  • 13:6–11

    6.

    Explique por qué Pedro se negó tan firmemente a que Jesús le lavara los pies.

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    Desde el punto de vista humano, lo que hizo Jesús fue algo incomprensible. Según la norma social, era inaceptable que un discípulo permitiera que su Maestro le lavara los pies. Pedro, por respecto al Señor Jesús, simplemente no pudo permitir que Jesús hiciera algo tan denigrante.

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  • 7.

    ¿Cuál habría sido la consecuencia de Pedro si Jesús no lo hubiera lavado?

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    Pedro no habría tenido parte con el Señor Jesús. Tener parte con alguien es ser identificado con esa persona y compartir su destino (Mt 24:50–51; Lc 12:46). Asimismo, tener parte en la herencia del padre significa recibir la porción que se le da al hijo (Lc 15:12). Por lo tanto, que Pedro no tuviera parte con el Señor significa que sería separado del Señor. No sería identificado con Jesús ni tendría relación con Él de ninguna manera. Tal estado de separación sería lo opuesto a ser un miembro de “los suyos” mencionado en 13:1. La consecuencia de no recibir el lavado de pies de Jesús no podría haber sido más severa.

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  • 8a.

    ¿Cómo refleja la respuesta de Pedro en el versículo 9 la gravedad de la consecuencia?

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    Pedro cambió su opinión por completo. El ultimátum de Jesús fue inequívoco. Pedro pidió de inmediato que se le lavara también las manos y la cabeza porque entendió la gravedad de la advertencia de Jesús. No quiso correr el más mínimo riesgo de ser separado del Señor.

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  • 8b.

    ¿Qué dice esto sobre la necesidad y el efecto de recibir el lavado de pies de Jesús?

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    A la luz de la pregunta anterior, podemos entender que el lavado de pies es esencial y necesario. Además, también entendemos que el propósito y el efecto del lavado de pies de Jesús es que tengamos parte con el Señor.

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  • 8c.

    ¿Qué significa tener parte con Jesús?

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    Del significado de la expresión “tener parte” (Mt 24:51; Lc 12:46, 15:12; Ap 20:6, 21:8, 22:19), entendemos que tener parte con Jesús es ser identificado con Él y tener relación con Él. Aceptar el lavado de pies de Jesús es aceptarlo en fe (cf. Jn 13:20). El resultado de esto es estar donde Él está (Jn 14:2, 3, 17:22, 24), recibir su vida eterna (Jn 14:19, 15:1–5, 17:2, 3, 7, 8, 25) y tener un lugar en su reino (cf. Lc 22:29, 30).

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  • 9a.

    ¿De qué lavado habla Jesús en el versículo 10?

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    La palabra para “lavado” denota el lavado de todo el cuerpo. La NVI traduce lo que dijo Jesús como: “El que ya se ha bañado…”. Aquí, así como en la mayoría de las otras instancias en las que se usa esta palabra en el Nuevo Testamento, esta palabra alude al bautismo (Heb 10:22; Hch 22:16; 1 Co 6:11; Ef 5:26; Tit 3:5). Según nuestro Señor Jesús, la persona que ya se ha bañado no necesita lavar sus manos ni su cabeza porque está todo limpio. Esto se corresponde con lo que la Biblia enseña sobre el bautismo: el bautismo tiene el efecto de limpiar los pecados del creyente (Hch 2:38, 22:16).

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  • 9b.

    ¿Cómo se relaciona la necesidad de lavar los pies con el estado de haber sido bañado/lavado?

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    El señor le respondió a Pedro que una persona que ya se ha bañado no tiene la necesidad de bañarse de nuevo, salvo lavarse los pies (Jn 13:10). Por lo tanto, un creyente que ya ha sido bautizado y limpiado de sus pecados en el bautismo no necesita otro lavado salvo el lavado de sus pies. Esto se aplica a todo aquel que se ha bautizado en Cristo. Al recibir el lavado de pies, el creyente tendrá parte con el Señor Jesús.

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  • 10.

    ¿Cómo son lavados nuestros pies hoy en día?

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    Si bien hoy el Señor Jesús no está físicamente presente con nosotros, Él les ha mandado a los discípulos hacer lo que Él les ha hecho (Jn 13:15). Al aceptar a aquellos que el Señor Jesús ha enviado, recibimos al Señor Jesús mismo (13:20). Por lo tanto, hoy, para tener parte con Cristo, necesitamos aceptar el sacramento del lavado de pies administrado por La Verdadera Iglesia de Jesús, la iglesia que en el tiempo final ha recibido la comisión del Señor Jesús a través del Espíritu Santo (cf. Jn 20:21–23).

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  • 11.

    ¿Qué le recuerda el hecho de que sus pies han sido lavados por el Señor sobre su diario caminar?

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    1) Andar en el Señor (Col 1:10, 2:6; Ro 13:13; Ef 4:1, 5:8, 1 Ts 2:12; cf. Sal 119:105) y no andar como los gentiles (Ef 4:17).

    2) Ser vigilantes (1 Co 10:12, 2 P 3:17; Ef 5:11–13, 16) y vencer al diablo con el poder de Dios (Ro 16:20).

    3) Llevar una vida de disciplina y propósito (1 Co 9:24; Ro 10:15; Is 52:7; 2 Ti 4:7, 2 P 1:10, 11).

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