Contexto

Jesús concluyó su ministerio en Galilea. Se dirigió hacia el sur, a Jerusalén, pasando primero por el río Jordán, donde fue bautizado. A partir de ahora, Jesús enfoca sus enseñanzas en las cosas que se deben anhelar: el reino de Dios, la vida eterna, la resurrección y el día final.

Versículo clave

(10:14)

¿Sabía usted que...?

1. Judea (10:1): nombre griego y romano equivalente a la tierra de Judá del Antiguo Testamento, el reino del sur. [ref]

2. Carta de divorcio (10:4): la ley del Antiguo Testamento (cf. Dt 24:1-4) requería que un esposo declarara claramente las razones por las que se divorciaba de su esposa en un documento público. La intención era proteger a una esposa de un divorcio hecho por impulso y para absolverla de sanciones legales. [ref] Sin embargo, hubo varias interpretaciones respecto a cuáles eran las razones legítimas para divorciarse de la esposa de uno. En un extremo estaban Shamai y sus seguidores que sostenían que sólo el adulterio justificaba el deseo de un esposo de divorciarse de su esposa. En el otro extremo estaban Hilel y sus discípulos que afirmaban que cualquier razón, por pequeña que sea, era válida para el divorcio; por ejemplo: que la esposa hubiera quemado la comida o que hubiera salido con el cabello suelto. [ref]

3. “Desde mi juventud” (10:20): “Probablemente se refería a cuando tenía trece años, edad en la que un niño judío se convertía en “bar mitzvah” (“hijo del mandamiento”). A partir de ese momento, el muchacho era responsable por sí mismo de vivir según los mandamientos de Dios”.  [ref]

4. Camello (10:25): el animal más grande que existía en Palestina en aquellos tiempos. [ref]

5. Ojo de una aguja (10:25): algunos creen que se refiere a una puerta pequeña en el muro de la ciudad de Jerusalén. Sin embargo, no hay evidencia de que tal puerta existía en aquella época. [ref] El contraste vívido entre el animal más grande (camello) y la abertura más pequeña (el ojo de una aguja) representa lo que, humanamente hablando, es imposible. [ref]

Esquema

  • Divorcio y matrimonio
  • Los fariseos ponen a prueba a Jesús acerca del divorcio
  • Lo que dice la ley de Moisés acerca del divorcio
  • Lo que enseña Dios acerca del matrimonio
  • Los niños y el reino de Dios
  • Los discípulos reprenden a la gente que traía niños a Jesús
  • Lo que podemos aprender de los niños
  • Entrar en el reino de Dios
  • Un joven rico pregunta sobre la vida eterna
  • Guardar los mandamientos
  • Vender todo y seguir a Jesús
  • Es difícil para los ricos entrar en el reino de Dios
  • Las recompensas por seguir a Jesús

Análisis del segmento

  • 10:1-12

    1.

    ¿De qué manera la pregunta de los fariseos era una tentación/prueba? (cf. ¿Sabía usted que…? 2).

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    Como era su costumbre, los fariseos vinieron con una pregunta para tenderle una trampa a Jesús. Si Jesús dijera: “No es lícito”, hubiera estado contradiciendo la ley de Moisés. Si dijera: “Es lícito”, hubiera entrado en conflicto con aquellos que sostenían que el divorcio no estaba permitido salvo que se haya cometido pecados sexuales.

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  • 2a.

    Contraste la pregunta de los fariseos con la respuesta de Jesús. ¿Qué nos enseña esto sobre el matrimonio?

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    Los fariseos preguntaron acerca del divorcio, pero Jesús les respondió con enseñanzas sobre el matrimonio. En vez de contemplar la posibilidad del divorcio, debemos vivir a la altura de la intención de Dios al instituir el matrimonio.

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  • 2b.

    ¿Cuál es la diferencia entre “mandar” (3) y “permitir” (4)?

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    Dios no manda hacer ciertas cosas que son buenas para nosotros. Pero Él sabe cómo luchamos contra nuestra carne y permite ciertas cosas en tolerancia a nuestra debilidad (Ro 3:25-26). Sin embargo, aun si todo es lícito, no todo es de beneficio (1 Co 10:23-24). Si no nos esforzamos para vivir según el Espíritu Santo, estaremos “destituidos de la gloria de Dios” (Ro 3:23).

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  • 2c.

    ¿Cómo armoniza Jesús la ley de Moisés sobre el divorcio con el mandamiento de Dios sobre el matrimonio?

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    Dios ordenó al hombre “unirse a su mujer (Gn 2:24). Jesús aclaró este mandamiento: “Lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (9). Dios dice inequívocamente que odia el divorcio (Mal 2:16). Pablo también estaba en contra del divorcio (1 Co 7:10-11). Los fariseos, en cambio, enfatizaban lo que estaba permitido en lugar de lo que Dios había ordenado originalmente.

    En realidad, la ley (cf. Dt 24:1-4) consideraba al divorcio como una cuestión seria e irrevocable. De hecho, el sentido del pasaje de Deuteronomio no es el divorcio, sino la prohibición de casarse de nuevo en caso de divorcio. Esta disposición de la ley mosaica era la manifestación de la tolerancia de Dios (no su respaldo) hacia “la dureza de vuestro corazón” (5).

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  • 3.

    ¿Cuál es el peligro de poner la atención en lo que es lícito o no es lícito?

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    Cuando nos vemos atrapados en lo que está permitido y lo que no, nos empezamos a preocupar por la letra de la ley en vez de enfocarnos en lo que Dios nos ha ordenado hacer en primer lugar. Nos pareceríamos a los fariseos, que discutían sobre las “lagunas” que existían en las enseñanzas bíblicas. En vez de hacer esto, deberíamos esforzarnos por vivir según los dos mandamientos que abarcan “toda la ley y los profetas”: amar a Dios y amar a nuestro prójimo (Mt 22:37-40).

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  • 4a.

    Describa el matrimonio ideal. ¿De qué manera su descripción concuerda con las enseñanzas de la Biblia?

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  • 4b.

    ¿Cómo lo ayuda/ayudaría su matrimonio a servir a Dios?

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  • 5.

    ¿Qué representa cada uno de los siguientes en el sentido espiritual? ¿Qué nos enseñan sobre nuestra relación con Dios? a. Matrimonio (Os 2:19-20; Jn 3:29; Ef 5:22-33; Ap 21:2); b. Adulterio (Ez 6:9; Mc 8:38; Stg 4:4); c. Divorcio (Is 50:1-2; Jer 3:8)

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    a. Matrimonio: nuestra relación con Dios es un compromiso eterno. Dios no romperá su pacto con nosotros con tal de que seamos fieles. Debemos obedecer a nuestra cabeza, el Señor Jesucristo. Así como una novia se prepara para encontrarse con el novio, nosotros también debemos prepararnos para recibir al Señor Jesús en el futuro.

    b. Adulterio: adoramos a Dios pero aún nos aferramos a las cosas de este mundo. Dios es un Dios celoso que quiere que seamos fieles a sus enseñanzas y mandamientos con todo nuestro corazón. Sin embargo, a veces queremos servir a dos señores (Mt 6:24) y cometer adulterio contra Él.

    c. Divorcio: cuando nos separamos de Dios porque pecamos y nos alejamos de Él. Cuando nuestros pecados alcanzan la medida de su ira, Dios nos rechazará y se divorciará de nosotros. Sería como en el caso de los israelitas que se apartaron de Dios; perdieron la protección de Dios y fueron llevados en cautiverio.

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  • 10:13-16

    6a.

    ¿Por qué los discípulos reprendieron a la gente que llevaba niños a Jesús? ¿Por qué Jesús se indignó con los discípulos?

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    Probablemente pensaron que Jesús tenía cosas más importantes que hacer que ser molestado por los niños. Jesús se enojó porque los discípulos se olvidaron de lo que Él había enseñado sobre recibir a los niños (9:37).

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  • 6b.

    ¿Cómo podríamos nosotros cometer el mismo error que los discípulos?

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    En nuestro celo por servir a Dios, es fácil perder de vista por qué servimos. En nuestro interés por ser eficientes, podríamos descuidar las necesidades de aquellos que parecen poco importantes. Terminar de hacer algo podría ser más importante que cuidar de las necesidades de los creyentes. Jesús nos advierte que no debemos menospreciar a los más pequeños (Mt 18:10).

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  • 7a.

    ¿Cómo reaccionaría un niño frente al tema del divorcio (2) o al de vender las posesiones de uno (21)?

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    Estos no son problemas para un niño. Un niño pequeño probablemente ni siquiera comprende el concepto de divorcio, mucho menos pensar si es lícito o no. Lo único que quiere un niño es que su mamá y su papá estén juntos. Además, un niño tiene pocas posesiones, si es que tiene alguna. No es tan difícil renunciar a lo poco que tiene a cambio de algo mucho mejor (“tesoro en el cielo” [21]). Es por eso que Jesús nos enseña a que nos volvamos como niños (Mt 18:3).

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  • 7b.

    Enumere las cualidades de los niños que debemos conservar siendo adultos.

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    Inocente, confiado, pocas posesiones, etc. Además, Pablo nos enseña a vivir como hijos de la luz (Ef 4:25-32). Las cualidades que describe son las que solíamos tener cuando éramos niños o creyentes nuevos, pero que perdimos a medida que fuimos creciendo.

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  • 8.

    ¿Cuál es la diferencia entre recibir y entrar en el reino de Dios (15)? ¿Cómo podemos recibir el reino de Dios siendo niños?

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    Dios quiere que todos sean salvos (1 Ti 2:4). Cuando escuchamos el evangelio de Jesucristo, recibimos el reino de Dios. La manera en que respondemos al mensaje de Dios determina si podemos o no entrar al reino de Dios. “Pues muchos son llamados, pero pocos escogidos” (Mt 22:14).

    Debemos adoptar las cualidades de un niño. Cuando nos humillamos ante Dios, Él nos guiará y nos protegerá, como un padre cuida de su hijo. El reino de Dios se revela a los niños (Lc 10:21). Con la ayuda del Espíritu Santo, podemos seguir apuntando a la meta (Flp 3:14) hasta entrar en el reino de Dios.

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  • 9.

    ¿Cómo lleva usted niños a Jesús?

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    Los niños necesitan conocer a Jesús tanto como los adultos. Ya sea usted un padre, un docente de educación religiosa o un hermano o hermana mayor, es su trabajo sembrar las enseñanzas de Dios en el corazón de sus niños (Dt 6:6-7; Pr 22:6). Debemos enseñar la Biblia a nuestros hijos en casa y llevarlos a los servicios de la iglesia incluso cuando son pequeños.

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  • 10:17-31

    10.

    ¿Qué creía cada una de las siguientes personas sobre el requerimiento de la salvació? a. Joven rico; b. Discípulos; c. Pedro

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    a. Joven rico: guardar los mandamientos (20); encontrar un buen maestro (17).

    b. Discípulos: Jesús requiere sacrificios imposibles de hacer.

    c. Pedro: orgulloso de haberlo dejado todo para seguir a Jesús (28). Quizás sentía que merecía ser salvo.

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  • 11.

    ¿Cómo explica usted lo que dijo Jesús en el versículo 18? ¿Estaba Jesús negando su bondad o divinidad?

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    1. Tal vez el joven rico se refirió a Jesús como “maestro bueno” porque midió la bondad de Jesús según los estándares humanos. Debido a su entendimiento equivocado acerca de la bondad, el joven rico creía que podía heredar la vida eternal por medio de las buenas obras que había hecho. Así que el Señor lo corrigió refiriéndolo a la bondad de Dios y enfatizó que nadie es “bueno” excepto Dios. En otras palabras, nadie puede ser justificado ante Dios a causa de su bondad.

    2. Jesús podría haber querido que el joven rico lo reconociera por lo que realmente era. Jesús no era simplemente un “maestro bueno” (“bueno” según los estándares humanos). La bondad de Jesús transcendía toda bondad humana. El hombre debía haber reconocido que Jesús era Dios mismo y que la bondad que vio en Jesús sólo podía ser atribuida a la divinidad de Jesús.

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  • 12.

    Basándose en este pasaje, ¿qué enseña Jesús acerca de los requisitos de la salvación?

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    Guardar todos los mandamientos (18-19), vender todo y darlo a los pobres (21), tomar la cruz y seguir a Jesús (21). Si esto suena imposible, recuerde que “todas las cosas son posibles para Dios” (27). Hoy en día, con la ayuda del Espíritu Santo, es posible estar a la altura de los estándares más altos de Dios.

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  • 13.

    ¿Cuáles son las fortalezas y debilidades del joven rico?

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    Fortalezas: manejó bien su vida, a pesar de su juventud (Mt 19:20), estaba ansioso por buscar la verdad (vino corriendo cuando Jesús estaba por irse), era humilde (se arrodilló delante de Jesús), conocía la importancia de la vida eterna, guardó los mandamientos.

    Debilidades: consideró que Jesús era simplemente un “maestro bueno”; no pudo renunciar a sus posesiones.

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  • 14a.

    Jesús amó al joven rico (21). ¿Cómo mostró Jesús su amor hacia el hombre?

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    Jesús le dijo lo que le faltaba y le proporcionó una solución. (De la misma manera, el Señor Jesús también envió a su Espíritu Santo para que nos revele nuestros pecados y nos enseñe cómo vivir según la verdad [Jn 16:7, 13]).

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  • 14b.

    ¿Por qué el hombre se fue triste? ¿Qué podría haber hecho diferente?

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    El joven rico había logrado mucho por sí mismo; administró bien sus riquezas y guardó los mandamientos de Dios. Pero se fue porque Jesús expuso una debilidad en su carácter: no podía renunciar a sus riquezas. Era algo que estaba más allá de sus habilidades. No obstante, le podría haber pedido a Jesús que lo ayudara a vencer su debilidad (cf. 9:24). Si hubiera pasado más tiempo con Jesús, habría aprendido cuán bendecido sería si siguiera a Cristo (30).

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  • 14c.

    ¿Cuáles son sus debilidades espirituales? ¿Qué puede hacer al respecto?

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  • 15a.

    ¿Cómo podría uno concluir que es más fácil para un hombre rico entrar en el reino de Dios?

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    Razonamos que si no tuviéramos que preocuparnos por nuestros medios de subsistencia, nos sería mucho más fácil guardar los mandamientos de Dios. Las excusas más comunes que damos son: “Si no tuviera que trabajar tan duro, iría a la iglesia más seguido”. “Si fuera rico, ofrecería más dinero a la iglesia”. “Haré más trabajos sagrados cuando me jubile”.

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  • 15b.

    Compare lo que Jesús dijo en los versículos 23 y 24. ¿Por qué los discípulos estaban asombrados por lo que dijo Jesús? ¿De qué manera la respuesta de Jesús (24) respondió a su asombro?

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    Primero Jesús dijo que era difícil para “los que tienen riquezas” (23) entrar en el reino de Dios. En respuesta al asombro de los discípulos, Jesús luego dijo que era difícil para “los que confían en las riquezas” (24) entrar en el reino de Dios. Esto pareciera insinuar que los discípulos eran los que confiaban en las riquezas. Ellos habían asumido que era más fácil para un hombre rico entrar en el reino de Dios. Jesús les enseñó que en realidad era lo contrario.

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  • 15c.

    ¿Por qué es humanamente imposible que un hombre rico entre en el reino de Dios?

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    Las riquezas de una persona no la descalifican de la vida eterna. Sin embargo, cuanto más tenemos, más difícil es renunciarlo todo por Jesús. Es imposible servir a Dios y al dinero al mismo tiempo (Mt 6:24). “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mt 6:21). Si este mundo es demasiado valioso para nosotros, nos será imposible entrar en el reino de Dios (Lc 9:57-62).

    De hecho, sin Jesucristo, nadie (sea rico o pobre) puede ser salvo. El joven rico parecía intachable a los ojos humanos, pero en realidad estaba por debajo de los estándares de Jesús. Nadie es justo delante de Dios (Ro 3:10-11).

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  • 15d.

    Mencione una cosa a la que usted no puede renunciar. ¿Por qué no? Jesús dijo: “Vende todo lo que tienes y dalo a los pobres” (21). ¿Cómo podemos aplicar este mandato de Jesús en nuestra vida diaria?

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    Tendemos a apreciar nuestros deseos, pero ser discípulos de Cristo requiere que abandonemos lo que es valioso para nosotros. Debemos renunciar a nuestro reclamo a la titularidad. Simplemente somos administradores de las posesiones que Dios ha puesto a nuestro cargo en el momento adecuado (Lc 12:42-44).

    Pedro no vendió literalmente todo lo que tenía, pero abandonó sus posesiones para seguir a Jesús (1:18). Ofreció lo que tenía a Jesús; su casa se convirtió en un lugar donde Jesús enseñaba y sanaba. De la misma manera, antes de poder decir que somos capaces de dar nuestra vida por un hermano, primero debemos ayudarlo a satisfacer sus necesidades diarias (1 Jn 3:16-18).

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  • 15e.

    ¿De qué manera hace Dios que sea posible para que un hombre rico entre en el reino de Dios? Dé ejemplos de hombres ricos que pertenecen al reino de Dios.

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    Jesús nos enseña a tener las prioridades correctas. Si buscamos primero el reino de Dios, no habrá necesidad de preocuparnos por nuestra vida (Mt 6:25, 33). El Espíritu Santo nos hace ver que sólo Jesús es lo más valioso (Flp 3:7-8). Las riquezas de esta vida son el medio para alcanzar un fin, no el fin en sí. No debemos confiar en las riquezas, sino usarlas con sabiduría para servir a Dios.

    Abraham (Stg 2:23), Job (Job 1:8) y Cornelio (Hch 10:4) son ejemplos de hombres ricos que cultivaron una relación con Dios y usaron los recursos que tenían para ayudar a los que estaban a su alrededor.

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  • 16.

    En la actualidad, ¿qué significa recibir cien veces más?

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    Hay muchos testimonios de creyentes que eligieron honrar a Dios por encima de sus ingresos. Estos hermanos cierran sus negocios los sábados (los días más rentables) para poder participar de los servicios de la iglesia. Dios no sólo los salvó de las dificultades financieras, sino que aumentó sus ganancias. Otros tipos de recompensas por guardar los mandamientos de Dios en la actualidad son: una relación íntima con Dios, una familia feliz, estar en comunión con los otros creyentes, tener paz y gozo en nuestros corazones, encontrarle sentido a la vida, alcanzar la madurez espiritual, etc.

    Las bendiciones que nos esperan son aún mayores. Abraham obedeció a Dios y dejó su país porque Dios prometió hacer de él una gran nación (Heb 11:8). Debido a que él tuvo fe, Dios le dio innumerables descendientes terrenales y espirituales. Él no sólo es el padre de los judíos circuncisos, sino que también es el padre de todos los que comparten su fe (Ro 4:11-12). Al igual que Abraham, nosotros debemos entender que somos “extranjeros sobre la tierra” (Heb 11:13). Sólo así podremos poner nuestra mira en “una mejor patria” (Heb 11:16), donde disfrutaremos de la bendición más grande: la vida eterna.

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  • 17.

    ¿Por qué la persecución es una recompensa?

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    Cuando somos perseguidos a causa de nuestra fe, Jesús está con nosotros (Mt 5:10-12, 1 P 4:13-14). Nuestro sufrimiento tiene valor cuando vemos crecer a la iglesia (Col 1:24). A través del sufrimiento, aprendemos a volvernos a Dios (Zac 13:9). Dios usa la persecución para pulir nuestra fe (1 P 1:7).

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  • 18.

    ¿Quiénes son los primeros y los últimos?

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    En este contexto, “los primeros” se refiere a nuestras prioridades en la tierra y “los últimos”, a nuestra recompensa en el cielo. Aquellos que en la tierra son primeros serán últimos en el reino de Dios—aquellos que valoran lo que tienen serán los últimos en entrar en el reino de Dios (si es que entran). Si tenemos riquezas y honor, pero no tenemos entendimiento espiritual, somos como “bestias que perecen” (Sal 49:20). Por otro lado, aquellos que son últimos en la tierra, serán los primeros en el reino de Dios—aquellos que están dispuestos a renunciar todo para seguir a Cristo serán los primeros en entrar al reino de Dios. Los niños pueden parecer poco importantes o hasta insensatos en este mundo, pero ellos recibirán grandes recompensas en la tierra y vida eterna en el cielo.

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