Contexto

El capítulo 8 comienza haciendo mención de los seguidores de Jesús. Esto sugiere que lo que sigue sirve para el propósito especial de preparar a los discípulos para el ministerio. En esta lección, estudiaremos cómo la parábola del sembrador no sólo sirvió para llamar a la gente en general a responder a la palabra de Dios, sino que también enseñó a los discípulos, los futuros misioneros, qué esperar cuando testificaran por el Señor.

Versículo clave

(8:15)

¿Sabía usted que...?

Esquema

  • El ministerio Itinerante de Jesús y sus seguidores
  • La parábola del sembrador
  • Declaración de la parábola
  • Propósito de las parábolas
  • Explicación de la parábola
  • Parábola de la lámpara
  • La madre y los hermanos de Jesús

Análisis general

Análisis del segmento

  • 8:1-3

    1.

    ¿Quiénes eran los compañeros de viaje de Jesús?

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    Vea los versículos 1-3.

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  • 2.

    ¿Qué es digno de mencionar acerca de estos seguidores?

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    Entre los seguidores de Jesús, Lucas menciona especialmente a las mujeres. Si bien las mujeres eran ignoradas en aquella época, desempeñaron un rol importante en el ministerio de Jesús. Estas mujeres se convirtieron en discípulos dada su gran deuda de amor al Señor (2).

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  • 8:4-15

    3.

    ¿Qué nos enseña la frase: “El que tiene oídos para oír, oiga”?

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    Todo aquel que escucha el evangelio debe abrir su corazón para aceptarlo. La solemne declaración del Señor nos invita a prestar atención y aceptar el mensaje del evangelio (Heb 2:1-3). Somos dichosos de tener la oportunidad de entender el evangelio de salvación (Mt 13:16). Por eso debemos recibirlo con humildad y ponerlo en práctica. Aquellos que no respondan al llamamiento del Señor no tendrán parte en el reino de Dios.

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  • 4.

    ¿Cuál es el propósito de las parábolas (10)?

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    Las parábolas sirven para revelar y ocultar (cf. Mt 13:10-15, 35). Revelan los misterios de Dios a los creyentes, pero los ocultan a los que tienen el corazón duro.

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  • 5.

    ¿Qué son los “misterios del reino de Dios”?

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    En términos generales, “misterio” se refiere al plan y el propósito de Dios, los que nadie puede conocer excepto por la revelación de Dios. En términos específicos, “misterio” es el evangelio de salvación de Cristo, a través del cual tanto los gentiles como los israelitas se convierten en herederos del reino de Dios (1 Co 2:7; Ef 3:6; Col 1:26-27). Este mensaje es un misterio porque estuvo oculto por siglos y aún permanece oculto para los incrédulos.

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  • 6a.

    ¿A qué se refiere la semilla?

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  • 6b.

    ¿A qué se refiere la tierra?

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    Vea los versículos 12 y 15.

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  • 7.

    Según Jesús, ¿cuál es el propósito de sembrar semillas?

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    Para que los que oyen puedan creer y ser salvos (cf. 12).

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  • 8.

    ¿Cuál es el punto de esta parábola?

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    La gente responde al evangelio del reino de Dios de distintas maneras. El mismo mensaje puede no tener ningún efecto en algunos, pero producir frutos en otros. La condición del corazón de una persona determina si la palabra de Dios tendrá efecto en ella y si es digna del reino de Dios

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  • 9.

    ¿Cómo puede echar raíces su fe? (cf. 13)

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    Cf. Lc 7:47-48 y las explicaciones correspondientes de la lección 10.

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  • 10a.

    ¿Cómo pueden las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida “ahogar” el corazón de una persona?

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    Estas cosas nos distraen del continuo aprendizaje y de obedecer la palabra de Dios. Asimismo, es imposible servir a Dios mientras dejamos que nuestras mentes estén preocupadas por los afanes, las riquezas y los placeres de este mundo (cf. Lc 16:13). Estas cosas mundanas harán que nuestras vidas espirituales sean infructíferas e inefectivas (cf. 2 P 1:8).

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  • 10b.

    ¿Qué puede hacer para quitar los “espinos” de su corazón?

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  • 11.

    Explique cómo podemos lograr lo que aparece a continuación y ser como la buena tierra: a) Escuchar la palabra de Dios con un corazón bueno y recto; b) Dar fruto con paciencia.

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    a) Debemos escuchar la palabra de Dios y aceptarla con humildad y sinceridad.
    b) Debemos persistir en poner en práctica la palabra de Dios, aunque hacerlo implique grandes dificultades y los beneficios pueden no ser evidentes a corto plazo.

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  • 12.

    ¿Cuál es la evidencia que indica qué clase de tierra somos?

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    Podemos saber qué clase de tierra somos viendo si producimos frutos. Si realmente aceptamos y vivimos según la palabra de Dios, la vida de Dios se manifiesta en nosotros, así como la semilla en buena tierra crece y da fruto. Viviremos una vida nueva a la imagen de Dios y dedicaremos nuestras vidas a su servicio.

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  • 8:16-18

    13a.

    ¿A qué se refiere la luz del versículo 16?

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    Mateo registra este dicho en un contexto diferente (Mt 5:14-16), refiriéndose a la buena conducta de los creyentes (cf. Ef 5:8; Flp 2:15). En el contexto de este pasaje de Lucas, no obstante, la luz también podría referirse a la palabra de Dios (cf. Sal 119:105).

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  • 13b.

    ¿Qué pone de manifiesto esta luz?

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    Según el contexto, el versículo 17 puede tener dos posibles explicaciones. Por una parte, la luz de la palabra de Dios revela los misterios del reino de Dios. Por otra parte, revela los motivos del corazón del hombre, sacando a la luz la fe o la incredulidad (cf. Heb 4:12-13).

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  • 14.

    Explique qué significa el versículo 18. ¿Por qué debemos “poner atención” a lo que oímos (NVI)?

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    Este versículo hace eco con el versículo 10. Debemos tomar una decisión cuidadosa cuando escuchamos el evangelio. Si aceptamos el mensaje del reino de Dios, recibiremos mayor conocimiento de la voluntad de Dios. Pero si nuestros corazones están duros, no seremos capaces de ver ni entender el misterio del reino de Dios.

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  • 8:19-21

    15.

    ¿Por qué los que escuchan y obedecen la palabra de Dios son la madre y los hermanos de Jesús? ¿Qué significa esto?

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    Jesús no estaba hablando de los lazos familiares de este mundo. Tampoco negó a su propia familia terrenal. Para Él, el vínculo espiritual con los creyentes es mucho más importante que los lazos familiares. Aquellos que escuchan y obedecen la voluntad del Padre celestial se identifican a sí mismos como miembros de la casa de Dios y, por lo tanto, miembros de la familia espiritual de Jesús.

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