Contexto

Pedro, luego de aconsejar a diversos grupos respecto a la sumisión, resume su exhortación con el mandato de hacer el bien y evitar el mal. En este pasaje, Pedro continúa con el tema y habla a los creyentes sobre las bendiciones y el significado del sufrimiento por hacer el bien. Con urgencia nos pide recordar e imitar a Cristo, quien es el perfecto modelo de sufrimiento por causa de la justicia.

Versículo clave

(3:18)

¿Sabía usted que...?

Esquema

  • Sufrir por hacer el bien
  • El sufrimiento de Cristo
  • Vivir conforme a la voluntad de Dios
  • Estar vigilantes, amar y servir

Análisis del segmento

  • 3:13-17

    1a.

    Según los versículos 13 y 14, ¿cuáles son las dos clases de temor?

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    El temor al castigo por haber hecho lo malo (13). El temor de sufrir por causa de la justicia (14).

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  • 1b.

    ¿Por qué no debemos temer?

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    Si hacemos lo bueno, no es necesario temer al castigo. Pero aun si somos perseguidos por hacer el bien, tenemos una conciencia clara hacia Dios, y sabemos que Él juzgará a todos con justicia. Si nos encomendamos a Dios, no temeremos la persecución de los hombres (cf. 2:23).

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  • 2.

    ¿Qué significa santificar al Señor en nuestros corazones? ¿Qué tiene que ver esto con el sufrimiento?

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    Santificar al Señor Dios en nuestros corazones es reconocer y honrar a Cristo como el Señor en nuestros corazones. Aun cuando los incrédulos se nieguen a escuchar nuestro testimonio o nos persigan, no debemos desalentarnos ni perder nuestra esperanza. En vez de eso, debemos mantenernos siempre firmes en nuestra fe en el Señor en nuestros corazones.

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  • 3a.

    ¿Para qué debemos estar siempre preparados?

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    “Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (15).

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  • 3b.

    ¿Qué lección aprendemos del versículo 15 sobre dar testimonio? Anote lo que significa “con mansedumbre y reverencia”.

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    1. Debemos estar siempre listos para dar una defensa cuando otros cuestionen nuestras creencias. Esto requiere entendimiento sólido y convicción en nuestras creencias. 
    2. Al defender nuestra fe, debemos hacerlo con mansedumbre y temor. En vez de disputar con los incrédulos sobre puntos de vista contrarios, debemos presentar nuestras creencias con gentileza y reverencia, para que el nombre de Dios también sea glorificado a través de nuestra conducta.
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  • 3c.

    ¿De qué forma se evidencia a los demás la esperanza en usted, para que le demanden la razón de esto?

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  • 3d.

    ​​¿Le han preguntado la razón de su esperanza y no fue capaz de responder? ¿Qué le indica esto acerca de su fe?

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  • 3:18-22

    4.

    Con base al párrafo, ¿qué lecciones aprendemos de los sufrimientos de Cristo?

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    Cristo, por el sufrimiento en la carne, cumplió la obra de salvación. Aunque fue condenado a muerte en la carne, fue vivificado en Espíritu, y recibió poder y autoridad. De igual forma, es bueno para nosotros sufrir por la justicia, dado que a través de los sufrimientos, la voluntad de Dios se cumple. También seremos “vivificados por el Espíritu” para vivir una vida que agrada a Dios (cf. 4:1-2).

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  • 5.

    ¿Qué significa que Cristo predicó a los espíritus encarcelados?

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    Si interpretamos que los espíritus eran los incrédulos que estaban vivos cuando oyeron la predicación, entonces los “espíritus encarcelados” se referirían a los incrédulos que estaban en esclavitud espiritual. Si los espíritus eran aquellos que ya habían muerto cuando Cristo les “predicó”, entonces la predicación de Cristo podría interpretarse como la proclamación de la condenación de Cristo sobre los incrédulos.

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  • 6.

    ¿Cómo nos salva el bautismo?

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    Por la resurrección de Jesucristo, el bautismo nos permite tener una buena conciencia hacia Dios (21). El bautismo en el nombre de Jesús lava nuestros pecados (Hch 2:38, 22:16). Dios, quien levantó a Jesús de entre los muertos para nuestra justificación, también nos levanta a la vida a través del bautismo (Col 2:12; Ro 6:4; Tit 3:5).

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  • 4:1-6

    7.

    ¿Cómo nos equipa el sufrimiento para obedecer su voluntad?

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    “Pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado” (1). Los deseos de la carne nos hacen incapaces de someternos a la voluntad de Dios (Ro 8:7). Pero el sufrimiento nos entrena a depender del Espíritu para hacer morir las obras de la carne. Como resultado, ya no seremos controlados por los deseos pecaminosos, sino tendremos la fuerza para hacer la voluntad de Dios.

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  • 8a.

    Al elegir vivir para obedecer la voluntad de Dios, ¿qué clase de sufrimiento se encontrará en el camino? ¿Ha pasado por tal sufrimiento?

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    Cuando los incrédulos vean que no nos deleitamos con ellos en las pasiones, pensarán que es extraño, nos calumniarán y nos pondrán en ridículo (4).

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  • 8b.

    ¿Por qué no debemos temer tal sufrimiento?

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    Sabemos que tenemos que dar cuentas a Dios en el juicio (5). Sin importar cuánto nos insulten, lo único que cuenta es que Dios se agrade de nosotros.

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  • 9.

    Explique el versículo 6.

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    El evangelio fue predicado a los creyentes que ahora ya están muertos, para salvación del alma en el juicio final. Estos creyentes fueron condenados a muerte física por el mundo, pero están vivos para Dios espiritualmente.

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  • 4:7-11

    10.

    ¿Cómo el versículo 7 conecta este párrafo con el párrafo anterior?

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    La palabra “mas” (en RVR1960) indica que aunque suframos por nuestra fe en el presente (tema del párrafo anterior), el fin de todas las cosas se acerca, y el Juez justo vendrá pronto con el justo pago.

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  • 11a.

    A la vista del fin de todas las cosas, ¿cómo debemos orar?

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    Debemos estar sobrios y velar en oración. Significa que debemos estar espiritualmente alertas, no dejarnos engañar por los placeres y ansiedades de la vida (1 Tes 5:4-8; Lc 21:34-36; Ro 13:11-14). Con nuestra mente enfocada en Dios, necesitamos dedicarnos constantemente a la oración, el arrepentimiento y la búsqueda del crecimiento espiritual, como preparación a la venida del Señor.

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  • 11b.

    Según Pedro, ¿por qué se necesita amar? Explique su respuesta.

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    El amor cubrirá multitud de pecados. Esto no significa que el amor pasa por alto, tolera o encubre los pecados, sino que el amor permite perdonarnos y soportarnos unos a otros. Dicha actitud, que elimina quejas y pleitos, es muy importante a la luz del inminente juicio (cf. Sant 5:9).

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  • 11c.

    ¿Cómo se evidencia que amamos profundamente a nuestros hermanos?

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    El amor profundo a nuestros hermanos se evidencia a través de la hospitalidad (9). Es fácil amar a nuestros hermanos al compartir intereses u opiniones comunes. La prueba del amor ocurre cuando hay malentendidos y quejas. Pero el amor, que cubre multitud de pecados, debe unir a los hermanos en esta situación. Si las partes en conflicto se enfocan en el amor de Cristo, quien puso su vida por nosotros y nos amó hasta el fin (Jn 13:1), recibiremos a nuestros hermanos con el mismo amor. 

    El profundo amor mutuo también se evidencia por el servicio mutuo (10). Cristo “no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mc 10:45). Él dedicó su vida para satisfacer las necesidades de los demás y llevar de regreso a Dios a los que se habían perdido. Si amamos a nuestros hermanos, también dedicaremos nuestra vida para el servicio.

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  • 12a.

    ¿Qué dones recibió de Dios? ¿Los usa para servir a otros? Si es así, ¿lo ha hecho “sin murmuraciones” (9)?

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  • 12b.

    ¿Cuál es la meta de nuestro servicio?

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    La meta de nuestro ministerio es que “en todo sea Dios glorificado por Jesucristo” (11).

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  • 12c.

    ¿Cómo podemos servir “conforme al poder que Dios da”? En otras palabras, ¿cómo se evidencia el poder de Dios y no nuestro esfuerzo personal para que Dios sea glorificado en nuestro servicio?

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    Debemos dejarnos guiar por el Espíritu de Dios para hablar la palabra de Dios (Jn 16:13). Debemos ministrar al Señor en el poder del Espíritu Santo (Lc 4:14), tal como Jesús lo hizo durante su ministerio.

    No tratemos de construir una gran reputación, sino imitemos el ejemplo de humildad de Cristo (Flp 2:7). Recordemos que Dios nos ha repartido a cada uno con una medida de fe, y como resultado no tengamos más alto concepto de nosotros mismos que el que debemos tener (Ro 12:3). Estemos determinados a obedecer la voluntad del Padre (Flp 2:8).

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