Contexto

La verdad de que donde el pecado abundó, la gracia sobreabundó, podría dejar la falsa impresión de que el don gratuito de la justificación de Dios alienta a pecar. A través de la voz del interlocutor, Pablo declara inmediatamente esta posible objeción al evangelio y responde mostrando cómo la vida de un creyente está decididamente separada del pecado y completamente dedicada a la justicia.

Versículo clave

(6:4)

¿Sabía usted que...?

  1. En este pasaje, Pablo usa algunas palabras griegas compuestas con el significado de “juntos” cuando habla de la unión del creyente con Cristo: “sepultados juntamente con Él” (v. 4); “plantados juntamente con Él” (v. 5); “crucificado juntamente con Él” (v. 6); y “viviremos con Él” (v. 8).
  2. Semejanza (6:5): En el Nuevo Testamento, esta palabra significa la copia de un objeto y a menudo denota una representación física (p. ej., Ro 1:23, 5:14, 8:3; Flp 2:7; Ap 9:7).

Esquema

  • Unión con Cristo en su muerte y resurrección
  • Ser esclavos de la justicia

Análisis general

  • 1.

    Tenga en cuenta que el tema recurrente de la muerte y la vida aparece a lo largo de todo el pasaje. ¿Cuál es el mensaje de Pablo detrás de este tema?

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    1. Nosotros, que hemos sido bautizados en Cristo, hemos sido bautizados en su muerte (6:3, 4, 5, 8). Nuestro viejo hombre ha sido crucificado con Cristo (6:6). Como Él, también hemos muerto al pecado y hemos sido liberados del pecado (6:7, 10, 11). Que perseveremos en el pecado está fuera de discusión (6:1). De manera similar, así como Cristo resucitó de entre los muertos y vive para Dios, debemos también andar en vida nueva y considerarnos vivos para Dios en Cristo Jesús (6:4, 10, 11). Debemos presentarnos a Dios como aquellos que han sido traídos de la muerte a la vida (6:13).
    2. La obediencia al pecado lleva a la muerte (6:16, 21), y la paga del pecado es la muerte (6:23). Pero la dádiva gratuita de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús nuestro Señor (6:23). Ahora que estamos bajo la gracia, no debemos permitir que el pecado reine en nuestro cuerpo mortal (6:12, 15). Como esclavos de Dios, debemos ser obedientes a Dios, lo que nos lleva a la santificación y la vida eterna (6:16, 18, 22).
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  • 2.

    Del mismo modo, ¿qué punto importante hace Pablo a través del uso repetido de la analogía del señorío y la esclavitud?

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    Nuestro bautismo en Cristo marcó el cambio de propiedad. Una vez fuimos esclavos del pecado (6:6, 17, 20), presentando nuestros miembros para servir a la impureza y a la iniquidad (6:19). Mediante el bautismo en la muerte de Cristo, hemos sido liberados del pecado (6:6-7). Así como Cristo murió al pecado y la muerte ya no tiene dominio sobre Él (6:9), no debemos permitir que el pecado reine en nuestro cuerpo mortal, para que lo obedezcamos en sus pasiones (6:12). El pecado no tendrá dominio sobre nosotros (6:14). Mientras que solíamos ser esclavos del pecado, nos hemos convertido en siervos de la justicia y siervos de Dios (6:18, 22). Por lo tanto, debemos presentar nuestros miembros para servir a la justicia que conduce a la santificación y la vida eterna (6:19, 22).

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Análisis del segmento

  • 6:1–11

    1.

    ¿Cómo es la unión con Cristo el centro de este segmento?

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    Para responder a la pregunta retórica acerca de si los cristianos son libres de vivir en pecado porque han sido justificados gratuitamente, Pablo cita nuestra unión con Cristo para dar una respuesta definitiva. En el bautismo hemos sido sepultados con Cristo, unidos con Cristo y crucificados con Cristo (6:3-6). Hemos muerto con Cristo (6:8). Por lo tanto, ya no tenemos parte con el pecado, y el pecado ya no tiene poder sobre nosotros. No solo nos hemos unido con Cristo en su muerte, sino que estaremos unidos con Él en su resurrección y viviremos con Él (6:5, 8). Cristo resucitó de entre los muertos y nunca más morirá, el pecado ya no tiene dominio sobre Él (6:4, 9). La vida que vive, la vive para Dios (6:10). De la misma manera, los que hemos sido unidos a la resurrección y la vida de Cristo, estamos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús (6:11). Debemos andar en vida nueva (6:4).

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  • 2.

    ¿Qué aprendemos de este segmento sobre: a. La necesidad del bautismo b. El efecto del bautismo  c. La forma del bautismo d. La vida cristiana después del bautismo

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    a. La necesidad del bautismo: Podemos inferir de este pasaje que todo creyente es bautizado en Cristo Jesús. Si el bautismo fuera opcional y meramente simbólico, entonces Pablo no lo habría usado como base de su apelación de que el creyente bautizado ya no está sujeto al dominio del pecado. Sus palabras, “todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte” (6:3), implican que todos sus lectores en Roma habían sido bautizados.

    b. El efecto del bautismo: Somos sepultados juntamente con Cristo para la muerte por el bautismo (6:4). El bautismo es un entierro espiritual (Col 2:12) a través del cual somos plantados juntamente con Él en la semejanza de su muerte y nuestro viejo hombre es crucificado juntamente con Él (Ro 6:5-6). A través del bautismo, Cristo nos lava y nos limpia de nuestros pecados (Hch 22:16, 2:38; Col 2:13; cf. Ef 5:26). En el bautismo también somos resucitados con Cristo por la fe (Col 2:12; Ro 6:4).

    c. La forma del bautismo: Si bien la Biblia habla aquí en un lenguaje altamente figurativo, tengamos en cuenta que el bautismo tiene sus dimensiones físicas y, por lo tanto, debe involucrar una cierta forma que simbolice la realidad espiritual detrás de él. Ro 6:5 nos dice que fuimos plantados juntamente con Él en la semejanza de su muerte. Como se puede ver en el resto del Nuevo Testamento, la palabra “semejanza” a menudo se refiere a alguna representación física. Por un lado, nuestra muerte al pecado a través del bautismo es como la muerte de Cristo al pecado. Esta es una semejanza en el sentido espiritual. Por otro lado, dado que el bautismo es una representación física de nuestra unión con Cristo, la forma del bautismo también debe ser a semejanza de la muerte de Jesús. La única descripción en la Biblia sobre la forma física de la muerte de Jesús se encuentra en Juan 19:30, donde aprendemos que Jesús inclinó deliberadamente su cabeza en la cruz antes de entregar su espíritu. Por lo tanto, en la Verdadera Iglesia de Jesús, los recipientes del bautismo son bautizados con la cabeza inclinada a semejanza de la muerte de Jesús.

    d. La vida cristiana después del bautismo: Hemos recibido una nueva vida a través del bautismo. Por tanto, ya no estamos más bajo el dominio del pecado. De lo contrario, debemos considerarnos muertos al pecado e imitar a Cristo viviendo una nueva vida para Dios (6:4, 6-11).

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  • 3.

    ¿Por qué es tan importante la palabra de comando “considerar” (v. 11)? ¿Cómo ayuda a hacer una diferencia en la forma en que vivimos nuestras vidas como cristianos?

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    La palabra griega para “considerar” en el versículo 11 significa “contar”. La Biblia usa la misma palabra cuando describe que a Abraham le fue contado por justicia (Ro 4:3, 5). Considerarnos muertos al pecado y vivos para Dios es aceptar y reconocer plenamente el hecho de que el pecado ya no tiene dominio sobre nosotros. Tener una perspectiva clara y una convicción sobre nuestra nueva identidad es el primer paso para una vida santa y el compromiso de servir a Dios.

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  • 6:12–23

    4.

    ¿Cómo se relaciona el segmento anterior con este segmento?

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    El segmento anterior sirve como base sobre la cual se construyen las exhortaciones en este segmento. En el segmento anterior, la Biblia nos enseña cómo debemos considerarnos como muertos al pecado pero vivos para Dios, ya que fuimos plantados juntamente con Cristo en su muerte a través del bautismo. En este segmento, Pablo va un paso adelante y nos ordena a vivir acorde a la comprensión de nuestra identidad.

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  • 5.

    ¿Qué significan estos comandos para usted en términos prácticos? a. “No reine el pecado en vuestro cuerpo mortal” (v. 12); b. “Ni tampoco presentéis vuestros miembros…”, sino “presentaos vuestros miembros…” (v. 13):

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    a. “No deje que el pecado reine” (v. 12)

    b. “No presente sus miembros al pecado como instrumentos de iniquidad”, sino “presente sus miembros a Dios como instrumentos de justicia” (v. 13)

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  • 6.

    ¿Por qué un creyente no tiene excusa para seguir pecando?

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    Al ser liberados del pecado, no podemos usar la excusa de que el pecado es demasiado poderoso para nosotros y que no tenemos otra opción. Los mandatos de este pasaje implican que nosotros, como creyentes, tenemos la capacidad de llevarlos a cabo. Decir no al pecado no está exento de luchas, pero en Cristo somos capacitados para vencerlo.

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  • 7.

    ¿Cómo no estamos bajo la Ley sino bajo la gracia (v. 14)?

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    Estar bajo la Ley significa estar sujeto a la Ley y a su poder (Gl 3:23; Ro 7:5-6). Como dijo Pablo en los pasajes anteriores, la Ley no pretende ser el medio de justificación. De lo contrario, nos hace conscientes del pecado y responsables ante Dios (Ro 3:19-20, 5:13). No solo así, el pecado aprovecha la oportunidad que brinda la Ley para obedecer los deseos pecaminosos (Ro 7:7-11). En el presente contexto, estar bajo la Ley también significa estar condenado ante Dios (cf. Ro 4:15).

    Como creyentes, no estamos bajo la Ley, sino bajo la gracia, porque hemos sido justificados gratuitamente mediante la redención que es en Cristo Jesús (Ro 3:23-25). Mediante la unión con Cristo también hemos sido liberados del pecado para que podamos vivir para Dios (Ro 6:3-11).

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  • 8.

    ¿Cuál es “aquella forma de doctrina” (o “modelo de enseñanza”) que nos transmitieron (v. 17)?

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    La palabra “transmitido” en el versículo 17 también se traduce como “entregado” en otras partes, y connota autoridad para entregar a alguien o algo. Los apóstoles entregaron fielmente a los creyentes las enseñanzas que habían recibido de Cristo, y se esperaba que todo creyente las siguiera (cf. 1 Co 15:1-3)(2 Jn 1:9-10; Hch 2:42; Jud 1:3). Estas enseñanzas incluyen nuestra fe en la encarnación, muerte, resurrección y salvación de Jesucristo. También abarcan las normas para una vida piadosa que Pablo las llama a veces como “sanas doctrinas” (cf. 1 Tes 4:1-8)(1 Ti 6:3-21; Tit 2:1-15).

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  • 9a.

    ¿La obediencia es contraria a la libertad?

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    La libertad a la que alude la Biblia no es la libertad de hacer lo que queramos, sino estar libres del pecado (Ro 6:7, 22). Quien sigue pecando es esclavo del pecado (Jn 8:34). El pecado domina sus pensamientos y acciones. Puede parecer libre para complacer sus deseos, pero de hecho es esclavo del pecado. De lo contrario, los que fuimos plantados juntamente con Cristo en su muerte, ya no estamos atados por el pecado. Sin embargo, eso no significa que seamos libres de hacer lo que queramos. Según el presente pasaje, una persona o es esclavo del pecado o es siervo de Dios. Después de haber sido liberados del pecado, debemos obedecer a Dios llevando una vida santa y justa. Si bien para el mundo esto no parece tener libertad, es en realidad la verdadera libertad, la que nos conduce a la vida eterna.

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  • 9b.

    ¿Por qué es tan importante la obediencia para un cristiano?

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    La obediencia a Dios es la marca de nuestra fe en Jesucristo (cf. Lc 6:46). Por eso, Pablo menciona al principio y al final de su epístola “la obediencia de la fe” como la meta del evangelio (Ro 1:5, 16:26). Ser justificado gratuitamente por la fe es convertirse en siervo de Dios. Habiendo sido comprados por precio, ya no somos de nosotros. De lo contrario, debemos vivir en obediencia a Dios y glorificarlo en nuestro cuerpo (1 Co 6:19-20).

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  • 10.

    ¿Cómo se considera un siervo de la justicia en su vida diaria?

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  • 11.

    ¿Cuáles son las consecuencias respectivas de ser esclavo del pecado y ser siervo de la justicia (vv. 21, 22)?

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    Muerte versus vida eterna.

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  • 12.

    ¿Cómo nos anima este segmento?

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    Por la gracia de Dios, hemos muerto al pecado y somos liberados de sus garras. Por su gran amor hacia nosotros, el Señor Jesucristo se sacrificó a sí mismo para librarnos de nuestros pecados. No estamos abandonados para enfrentar nuestras propias luchas. Sino que se nos ha dado la capacidad de vivir una vida recta, la cual nos lleva a la vida eterna. Aunque tendremos momentos de debilidad, este pasaje nos da la esperanza y la confianza de que podemos declarar la victoria sobre el pecado.

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  • 13.

    La dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (v. 23). En base a lo que hemos aprendido en Romanos hasta ahora, ¿cómo recibimos este regalo de Dios?

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    Dios da este regalo gratuito de la justificación a los que creen (Ro 3:23, 26). Como Abraham, debemos creer en Dios, quien resucitó a Jesús nuestro Señor de entre los muertos (Ro 4:16, 24). Debemos aceptar el sacrificio expiatorio de Cristo, quien nos justifica con su sangre y nos salva de la ira de Dios (Ro 5:6-11). Nuestra fe en Dios y en Jesucristo no es meramente un consentimiento mental, sino que se traduce en una vida de obediencia a Dios. Nosotros, los que fuimos plantados juntamente con Cristo en su muerte por medio del bautismo, hemos sido muertos al pecado. Seguir viviendo en pecado ya no es una opción para nosotros (Ro 6:1-14). De lo contrario, debemos llevar una vida santa y justa, como expresión viva de nuestra fe en Cristo y nuestra unión con Él (Ro 6:15-22).

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