Contexto

Mientras que en el capítulo 7 Pablo describió el cautiverio del hombre bajo la Ley a causa del pecado, en el presente capítulo Pablo habla del triunfo del creyente por medio de Cristo. El capítulo anterior terminó con una exclamación de agradecimiento porque Jesucristo es la respuesta a la miseria de estar bajo el control del pecado. El presente capítulo continúa con este pensamiento y analiza cómo el Espíritu de Dios nos ha dado poder para ser vencedores en Jesucristo en nuestro caminar diario.

Versículo clave

(8:1-2)

¿Sabía usted que...?

  1. “Poner la mente (el ocuparse de)” (6, 7): En griego, esta frase es en realidad un sustantivo (phronēma). Significa “forma de pensar” o “mentalidad”. [ref]

Esquema

  • No hay condenación para los que están en Cristo Jesús
  • Vida a través de la morada del Espíritu
  • Ser hijos y herederos

Análisis general

  • 1.

    Observe cómo el Espíritu de Dios es fundamental en todo el pasaje.

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    • Es la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús la que nos ha librado de la ley del pecado y de la muerte (v. 2). Esta es la clave de la victoria que presenta en este pasaje.
    • El pasaje menciona repetidamente la necesidad de que los cristianos vivan conforme al Espíritu y piensen o se ocupen de las cosas del Espíritu (vv. 4-6).
    • El segundo segmento (vv. 9-11) usa muchas declaraciones condicionales para enfatizar la necesidad de que el Espíritu de Dios more en nosotros.
    • El tercer segmento (vv. 12-17) habla nuevamente sobre vivir conforme al Espíritu, pero incluye otros conceptos importantes relacionados con el Espíritu, como por ejemplo, que el Espíritu haga morir las obras de la carne, que seamos guiados por el Espíritu, y que el Espíritu es el Espíritu de adopción.
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Análisis del segmento

  • 8:1–8

    1.

    ¿Cómo hizo Dios lo que era imposible para la Ley? Elabore usando las Escrituras como apoyo si es posible.

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    Como se habló en los capítulos anteriores de Romanos, la Ley no nos puede justificar, sino que solo nos hace conscientes del pecado (Ro 3:20). No solo así, el pecado es estimulado por la Ley y nos lleva cautivos (Ro 7:5, 8-20). Pero ahora, aparte de la Ley, la justicia de Dios se ha manifestado (Ro 3:21). Dios envió a su Hijo Jesucristo como propiciación para que mediante la redención en Cristo seamos justificados gratuitamente por la fe (3:22-26; 8:3; cf. Gl 3:13). Además, como lo expone el capítulo 8 de Romanos, los que están en Cristo Jesús son libres para vivir conforme al Espíritu en lugar de la carne, y salen victoriosos del pecado y la muerte.

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  • 2.

    ¿Cómo “condenó Dios al pecado en la carne” (v. 3)?

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    Para vencer al pecado, Dios envió a su Hijo en semejanza de carne de pecado (Ro 8:3). Jesús participó de la misma carne y sangre que los seres humanos participaron, para poder destruir por medio de la muerte al diablo, que tenía el imperio de la muerte (Heb 2:14). Al estar en la carne como el Hijo del Hombre, Jesús obedeció la voluntad del Padre en todas las cosas (Heb 5:7-8, 10:5-9; cf. Ro 5:19). Finalmente, llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que pudiéramos morir al pecado y vivir a la justicia (1 Pe 2:24). Después de que murió por nuestros pecados y fue sepultado, Cristo resucitó para nuestra justificación (1 Co 15:3-4; Ro 4:25). Al venir en la carne como hombre y ser obediente hasta la muerte, se ha convertido en nuestro Redentor para librarnos de las tinieblas. Dios condenó al pecado en la carne por lo que Cristo había hecho en la carne.

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  • 3.

    ¿Cuál es la única condición para encontrar la libertad de la condenación en Jesucristo?

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    La justicia de la Ley se cumple en aquellos que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu (Ro 8:4). Andar según el Espíritu es la condición para encontrar la libertad de la condenación.

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  • 4.

    Identifique los numerosos contrastes en este segmento.

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    • La ley del Espíritu de vida versus la ley del pecado y de la muerte (v. 2)
    • Andar conforme a la carne versus andar conforme al Espíritu (v. 4)
    • Vivir según la carne versus vivir según el Espíritu (v. 5)
    • Pensar en las cosas de la carne versus pensar en las cosas del Espíritu (v. 5)
    • Muerte versus vida y paz (v. 6)
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  • 5a.

    ¿Cómo describiría los dos estilos de vida opuestos en términos más prácticos?

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    Romanos 8:7-8 nos da una idea de lo que significa ocuparse de la carne y pensar en las cosas de la carne. La mente puesta en la carne no puede someterse a la Ley de Dios, y los que viven en la carne no pueden agradar a Dios. Los dos estilos de vida opuestos presentados en este segmento se diferencian en cuanto a quién elegimos obedecer y complacer. En todo lo que hacemos, decimos y pensamos, ¿a quién queremos complacer? ¿a Dios o a nuestros propios deseos?

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  • 5b.

    Explique los resultados de estos dos estilos de vida.

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    Dios es el autor y Señor de la vida. Al obedecerlo nos da como resultado la vida, mientras que al rechazarlo terminamos en la muerte (cf. Dt 30:15-20). El pecado entró en el mundo por un hombre y por el pecado la muerte (Ro 5:12). A causa del pecado, todos los seres humanos están alienados de la vida de Dios y algún día deben enfrentar la muerte. Pero hoy se nos ha dado el regalo gratuito de la justificación y la vida eterna mediante la fe en Cristo. Los que hemos sido bautizados hemos muerto al pecado (Ro 6:1-7). Debemos dedicar el resto de nuestras vidas a vivir para Dios en justicia. Es una elección que debemos tomar, y nuestro destino dependerá de la elección que hagamos hoy. Si optamos por seguir nuestros deseos pecaminosos, moriremos. Pero si elegimos llevar una vida centrada en Cristo, viviremos. El mundo pasa junto con sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre (1 Jn 2:17).

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  • 8:9–11

    6a.

    ¿Qué cambio notamos en este segmento en cuanto al recipiente a quien se dirige?

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    Hay un cambio en este segmento al identificar directamente a los lectores como “vosotros” (plural). Esta referencia en segunda persona se encuentra en cada verso de este segmento.

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  • 6b.

    ¿Qué nos dice este cambio?

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    El último versículo del segmento anterior (v. 8) termina con “los que viven según la carne…”. El presente segmento comienza con el contrastante “pero vosotros no vivís según la carne” (v. 9). La implicación es que Pablo quiere recordar a los creyentes que no pertenecen a los que viven según la carne. Este recordatorio también debería aplicarse a nosotros, los creyentes de hoy.

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  • 7.

    Registre los diferentes términos usados en este segmento para el Espíritu Santo.

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    • “El Espíritu” (v. 9)
    • “El Espíritu de Dios” (v. 9)
    • “El Espíritu de Cristo” (v. 9)
    • “El Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús” (v. 11)
    • “Su Espíritu” (v. 11)
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  • 8a.

    En el contexto actual, ¿qué significa que el Espíritu de Dios esté en nosotros (v. 9, 11)?

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    Cuando una persona recibe el Espíritu Santo prometido, podemos decir que el Espíritu Santo está en él (cf. Jn 14:17). Sin embargo, el contexto de Romanos 8 alude a algo más que al hecho de haber recibido el Espíritu Santo prometido. La palabra clave “estar en” también se usa en el capítulo 7 cuando habla del pecado que ejerce control dentro de una persona (Ro 7:17, 18, 20). El uso de esta palabra en ambos capítulos implica un poder de control. De modo que la morada del Espíritu de Dios en el presente capítulo se convierte en un marcado contraste con la morada del pecado en el capítulo anterior. Así como el pecado reina en el corazón del pecador, el Espíritu de Dios reina en el corazón del creyente. Tenemos la opción de dejar que el pecado reine en nosotros o dejar que el Espíritu Santo reine en nosotros.

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  • 8b.

    Observe las declaraciones condicionales en este segmento. ¿Cómo estas declaraciones apoyan su respuesta a la pregunta 8a.?

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    Una cosa que se destaca en este segmento es la repetición de las declaraciones condicionales:

    • “Si es que el Espíritu de Dios está en vosotros” (v. 9)
    • “Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo” (v. 9)
    • “Si Cristo está en vosotros” (v. 10)
    • “Si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús está en vosotros” (v. 11)

    Estas declaraciones condicionales subrayan el hecho de que un cristiano debe elegir en forma activa y consciente para que el Espíritu de Dios esté en él, en el sentido de someterse a la voz del Espíritu Santo y dejar que Él dirija su vida. Por consiguiente, en el contexto actual, dejar que el Espíritu esté en nosotros no es algo automático.

    En la misma línea, no debemos interpretar las palabras del versículo 9, “Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo” como una referencia a los hermanos y hermanas en Cristo que todavía están esperando recibir el Espíritu Santo prometido. En términos de su estado espiritual, ya pertenecen a Cristo a través del bautismo (Gl 3:27-29). Pablo está hablando en este pasaje sobre aquellos que eligen no someterse al reino de Cristo en sus vidas. En el contexto actual, “tener” el Espíritu de Cristo debería interpretarse como “ser guiado por” el Espíritu de Cristo (cf. 1 Co 7:40).

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  • 9.

    ¿Cuál es el resultado de tener el Espíritu de Dios morando en nosotros?

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    Dios vivificará nuestros cuerpos mortales a través de su Espíritu que está en nosotros (v. 11). No solo heredamos la vida eterna, también podemos llevar una vida abundante hoy. Esta vitalidad espiritual se manifiesta de diferentes maneras, incluyendo la fuerza interior para vivir una vida como la de Cristo, así como tener la paz y el gozo en las tribulaciones (cf. 1 Co 4:8-10; Ro 5:1-5; Col 3:15-17).

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  • 8:12–17

    10.

    Observe cómo la idea de libertad es central en este segmento.

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    Este segmento hace un contraste entre ser esclavos y ser hijos. Mientras que los esclavos del pecado están en deuda con servir a la carne, los hijos de Dios están libres de pecado. La idea de libertad para los hijos de Dios se desarrollará más en el siguiente pasaje (p. ej., Ro 8:21).

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  • 11.

    ¿Por qué ya no somos deudores de la carne?

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    Una vez que estamos muertos al pecado mediante el bautismo en Cristo, somos liberados del pecado (Ro 6:6, 7:4). Ya no estamos obligados a servir a los deseos pecaminosos.

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  • 12a.

    Según este segmento, ¿qué cosa debe hacer un cristiano para vivir?

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    Hacer morir las obras de la carne por el Espíritu (v. 13).

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  • 12b.

    Explique en términos prácticos cómo puede lograrlo.

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    Hacer morir las obras de la carne es negar a nuestros cuerpos los deseos pecaminosos de la carne (cf. Gl 5:16). Pablo también llama a esta mentalidad de abnegación una crucifixión de la carne con sus pasiones y deseos (Gl 5:24). Pero esto se logra no por pura determinación o disciplina autoimpuesta. Solo es posible por el Espíritu. Necesitamos estar llenos del Espíritu y ceder al poder y a la guía del Espíritu Santo mientras aprendemos a decir no a los pensamientos y conductas injustas. Al velar constantemente en oración y al practicar la palabra de Dios a diario, tendremos la fuerza de hacer morir las obras de la carne (cf. Ef 6:10-18).

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  • 13.

    ¿Qué nos califica para ser hijos de Dios?

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    Según Romanos 8:14, los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Cuando somos bautizados en Cristo, hemos recibido la identidad de hijos de Dios (Gl 3:24-29). Dios también nos da su Espíritu Santo como un sello, dando testimonio de esta filiación (Ro 8:15; Gl 4:6). Pero esta identidad no debe malinterpretarse como un trato de una sola vez. Se debe vivir todos los días en las elecciones que hacemos. Si escuchamos siempre al Espíritu al tomar nuestras decisiones, entonces en verdad estamos viviendo a la altura de ser llamados hijos de Dios.

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  • 14.

    ¿Qué significa sufrir con Cristo?

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    Sufrir con Cristo es responder a su llamado a negarnos a nosotros mismos, llevar nuestra cruz a diario y seguirlo (Lc 9:23). Vivir según el Espíritu y hacer morir las obras del cuerpo implica sufrimiento (cf. 1 Pe 4:1-3, 5:6-10). Sufrimos juntamente con Cristo porque nuestro sufrimiento es una imitación de Cristo y participación en su santidad (cf. 2 Co 4:10-11; Heb 13:13)(1 Pe 4:16).

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  • 15.

    ¿Qué aprende de este segmento sobre la naturaleza y función del Espíritu Santo?

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    El Espíritu Santo es el Espíritu de adopción como hijos que da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios (Ro 8:15). Él nos capacita para hacer morir las obras de la carne, para que podamos realmente vivir la libertad que los hijos de Dios poseen (Ro 8:12-14). Por lo tanto, debemos darle al Espíritu Santo el lugar que le corresponde y dejar que more en nosotros (Ro 8:9-11). El resultado de tal estilo de vida guiado por el Espíritu es vida y paz (Ro 8:1-6).

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