Autor

La introducción de Hechos indica que esta obra es la segunda parte de dos volúmenes dirigidos a la misma persona, la primera parte es el evangelio según Lucas. En ambos libros se mantiene la unidad distintiva en estilo y lenguaje. Toda la evidencia indica que Lucas, el médico gentil, es el autor quien también fue compañero cercano de Pablo.

Destinatario

En Hch 1:1, el autor se dirige a Teófilo. El título “excelentísimo” en el evangelio según Lucas indica que Teófilo era un hombre de alta posición social. Probablemente era un gentil convertido a quien se le había enseñado el evangelio (Lucas 1:4). Aparte de esta inferencia, no se conoce mucho respecto al destinatario.

Fecha

Hechos fue completado después de los dos años de encarcelamiento de Pablo en Roma (61-63 d.C.) dado que Lucas terminó su relato con Pablo en espera de juicio en Roma. Hechos no menciona la persecución de Nerón a los cristianos (comenzando en 65 d.C.) ni la caída de Jerusalén (70 d.C.), lo que sugiere que Hechos fue completado antes de que transcurrieran esos eventos. Por consiguiente, el año 64 d.C. es una fecha razonable para la composición de Hechos.

Lugar

No hay evidencia concluyente acerca de dónde fue escrito.

Propósito

Al inicio del evangelio según Lucas, el autor resalta que su propósito es escribir por orden para que Teófilo conozca la certeza de las cosas en que fue instruido (Lucas 1:1-4). El evangelio relata todo lo que Jesús realizó hasta su ascensión (Hch 1:1-2). Hechos es la continuación del evangelio de Lucas y se enfoca en lo que Jesús continuó haciendo luego de su ascensión. Detalla el ministerio de los apóstoles a través del poder del Señor resucitado: cómo recibieron el Espíritu Santo de la promesa y cumplieron la orden de Jesús a través de predicar el evangelio en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y finalmente al resto del mundo.

Características únicas

1. Hechos, es el único libro del Nuevo Testamento que registra la historia de la iglesia. Sin Hechos, no habría vínculo entre los evangelios y las epístolas.
2. Hechos es un libro primordial de transiciones: del judaísmo a la cristiandad, de la ley al evangelio, de los judíos a los gentiles, de un pequeño grupo de creyentes a la iglesia universal.
3. Hechos registra muchos sermones y mensajes, incluyendo los de Pedro, Esteban, Pablo, Gamaliel, administrador de la ciudad de Éfeso, y Tértulo.

Versículo central

“Pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. (1:8).

Visión panorámica

El libro de Hechos inicia con Jesucristo resucitado instruyendo a sus apóstoles que esperaran por el Espíritu Santo de la promesa, quien les impartiría poder para predicar el evangelio. El Señor luego les dijo que serían sus testigos comenzando en Jerusalén, avanzando a toda Judea, Samaria y finalizando hasta los confines del mundo. Después de esto, Jesús ascendió al cielo. Unos días más tarde, conforme a lo profetizado por Jesús, los apóstoles recibieron el Espíritu Santo de la promesa, y fueron de inmediato llenos con poder y comenzaron a testificar por el Señor. La obra de esparcir el evangelio se desarrolló exactamente según lo dicho por Jesús: 

Testificando en Jerusalén (1:1-8:4

Después que los creyentes recibieron el Espíritu Santo, Pedro, estando con los once, se puso de pie y predicó un poderoso sermón a todos los judíos y hombres devotos presentes y convirtió a 3000 en aquel día. Como resultado se estableció la iglesia en Jerusalén (2:1-47). Lo que sigue es el registro de cómo se desarrolló la joven iglesia, incluyendo las pruebas y tribulaciones que ésta enfrentó (3:1–5:42). Todos los creyentes en la fase inicial de la predicación eran judíos. Esteban, uno de los siete escogidos para aliviar el problema de la distribución de comida a las viudas judías helenistas, hacía grandes milagros y señales entre el pueblo. Él fue acusado falsamente y enjuiciado. Su defensa despertó la ira de los judíos y fue apedreado hasta morir (6:1–7:60). La muerte de Esteban incendió una gran persecución contra la iglesia en Jerusalén, forzando a los creyentes a esparcirse por toda Judea y Samaria (8:1-3). Pero su dispersión condujo a la expansión del evangelio a la segunda fase.

Testificando en Judea y Samaria (8:5-12:25)

Del capítulo 8 en adelante, Felipe va para Samaria y exitosamente proclama el nuevo mensaje a la gente despreciada por los judíos. Pedro y Juan fueron allí para ayudar a los creyentes a recibir el Espíritu Santo (8:5-25). Esto cumplió la segunda parte de la profecía de Jesús. El Señor también envió a Felipe a predicar al etíope eunuco así como a todas las ciudades en Samaria (8:26-40). 
Mientras la iglesia atravesaba una severa tribulación, el Señor Jesús transformó a Saulo de ser un violento líder perseguidor de la iglesia en un creyente fervoroso, y le preparó para las tareas misioneras. Saulo, también llamado Pablo, se convirtió en un apóstol e instrumento del Señor para evangelizar a los gentiles (9:1-31). 
Mientras tanto, la iglesia crecía en toda Judea, Galilea, y Samaria. Lucas registra la predicación de Pedro y cómo sanó a Eneas en Lida y a Dorcas en Jope (9:32-43). Estando en Jope, Pedro bajo la dirección de Dios, por una visión, predicó a Cornelio, un centurión gentil en Cesarea. Los creyentes notaron que era la voluntad de Dios aceptar a los gentiles debido a que Cornelio y su familia recibieron el Espíritu Santo al igual que ellos (10:1–18). Este nuevo avance impulsó a la iglesia a círculos más amplios como cuando el mensaje fue predicado a los griegos en Antioquía.
Bernabé durante su visita pastoral fue a Tarso a buscar a Pablo y le trajo a Antioquía. Cuando la iglesia en Antioquía supo por el Espíritu Santo que habría una gran hambruna, asignó a Bernabé y Pablo para enviar ayuda a los hermanos que moraban en Judea (11:19-30).
En Judea las persecuciones continuaron. Herodes, para agradar a los líderes judíos, se unió a la persecución de la iglesia de Jerusalén, matando a Santiago (hermano de Juan) y encarcelando a Pedro. Pero el Señor respondió la oración a favor de Pedro y envió un ángel para liberarle. Herodes, por otra parte, fue herido por un ángel del Señor y murió. La palabra de Dios creció y multiplicó (12:1-25).

Testificando hasta los confines de la tierra (13-28)

Iniciando con el capítulo 13, Lucas cambia el enfoque de la narración de Jerusalén a Antioquía de  Siria. Los tres viajes misioneros de Pablo se originaron en Antioquía de Siria.
El primer viaje se concentró en las ciudades de Galacia: Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe (13:1–14:28). Pablo y Bernabé entraron en una aguda controversia con algunos que salieron de Judea que enseñaban a los creyentes gentiles la necesidad de circuncidarse para ser salvos. El concilio se reunió en Jerusalén para resolver el grave conflicto. Los líderes de Jerusalén estuvieron de acuerdo con la decisión del Espíritu Santo y acordaron que los gentiles no necesitaban circuncidarse. Entonces la iglesia en Jerusalén comunicó la decisión a todas las iglesias y esto llevó gran aliento a los creyentes (15:1-31).
Pablo en el segundo viaje se separó de Bernabé y visitó de nuevo las iglesias de Galacia, antes de ir por primera vez a Macedonia y Grecia. Pablo pasó mucho tiempo en Filipos, Tesalónica, y Corinto antes de regresar a Jerusalén y Antioquía (15:36–18:22). 
Pablo en su tercer viaje fue a fortalecer a los creyentes a la región de Galacia y Frigia (18:23). Después fue a Éfeso donde pasó casi tres años antes de visitar Macedonia y Grecia nuevamente (19:1–14). Durante este tiempo Pablo se sintió apremiado para ir a Jerusalén. A pesar de que Agabo le advirtió junto con otros que de ir a Jerusalén la cárcel sería inminente, Pablo no dudó ni vaciló en su decisión.   
Poco después de llegar a Jerusalén, Pablo fue acusado falsamente de contaminar el templo (19:15–22:29). El Sanedrín presentó acusaciones serias contra Pablo, y él se defendió por sí mismo tres veces ante el gobernador Félix, Festo y el rey Agripa, todo esto antes de apelar a César (22:30–26:32). 
Pablo, en calidad de preso, fue en un largo viaje hasta Roma, y allí fue puesto bajo arresto domiciliario mientras aguardaba su juicio ante César (27:1–28:31). El libro de Hechos concluye con la alentadora narración de cómo Pablo recibió invitados en su casa–prisión, predicando el evangelio de Dios con toda confianza y sin obstáculo.

Temas

El poder y la obra del Espíritu Santo 

Desde el comienzo de Hechos, el Señor Jesús dijo a sus apóstoles que recibirían poder para predicar el evangelio cuando el Espíritu Santo viniera sobre ellos (Hch 1:8-9). En efecto, los discípulos luego de recibir el Espíritu Santo fueron totalmente transformados. Sea que en el pasado fueran débiles, tímidos y con pobre entendimiento de la palabra de Dios y su voluntad, ahora, con el poder del Espíritu Santo, ellos tenían valentía extraordinaria para predicar a otros. El Espíritu Santo también les hizo predicar eficazmente dándoles elocuencia e inspirando a los oyentes, como se nota por la conversión de Pedro de los 3000 en el Día de Pentecostés (Hch 2:1-41). Además, también recibieron poder para realizar grandes milagros de sanidad y exorcismos así como otras señales y milagros. Ellos tenían visión y objetivos claros, algo que no tenían antes, y el Espíritu Santo les guió directamente por revelaciones o visiones en cada paso del camino. En toda la narración, es evidente el poder y la obra del Espíritu Santo. 

El crecimiento de la iglesia

La iglesia creció de un pequeño grupo de 120 creyentes en Jerusalén hasta ser una iglesia poderosa y expandida, abarcando sus fronteras a toda Palestina y eventualmente a los territorios gentiles. El libro de Hechos provee detalles sobre qué hizo la iglesia en los tiempos apostólicos para alcanzar ese crecimiento extraordinario. Por ejemplo, el crecimiento de la iglesia en Jerusalén se atribuyó al enfoque de los discípulos en las enseñanzas de los apóstoles, la comunión, las oraciones y prácticas de amor (Hch 2:40-47). La iglesia en Antioquía creció por la obra de un buen ministro, Bernabé, quien estaba lleno del Espíritu Santo y de fe (Hch 11:23- 24). Al estudiar los detalles del crecimiento de la iglesia, podemos aprender lecciones invaluables.  

Dando testimonio 

El tema primordial de Hechos es testificar. Hechos comienza describiendo el origen de la comisión para el evangelismo, el plan general (Hch 1:1-8), y el grupo inicial de gente escogida por Dios para realizar la tarea. Luego narra cómo recibieron poder para testificar por el Señor y sus esfuerzos desde Jerusalén hasta las tierras gentiles. Hechos también abarca el mensaje del testimonio dado: el arrepentimiento y la fe en Cristo Jesús, quien es el único Salvador y quien resucitó de los muertos; el bautismo en Cristo para la remisión de los pecados y el recibir el Espíritu Santo de la promesa.
También eran evidentes las estrategias empleadas por los apóstoles en sus testimonios. Por ejemplo, Pablo siempre se acercaba primero a los judíos en las sinagogas, usualmente en día de reposo. Después él predicaba a los gentiles (Hch 13:5, 14, 42, 14:1, 2, 17:1-3).

Relevancia moderna

Hechos de los apóstoles es uno de los libros más prácticos de la Biblia. Éste describe todos los factores involucrados en el crecimiento de la iglesia y el progreso del evangelio. Si podemos aplicar todos los principios descritos en Hechos, entonces el crecimiento de la iglesia estará asegurado y el evangelio se propagará tan velozmente como en el tiempo de los apóstoles.
Las enseñanzas y prácticas de la iglesia primitiva forman la base para la iglesia de hoy en día. La actitud de servicio de los apóstoles también sirve como un excelente ejemplo para quienes sirven a Dios hoy. Su amor y sumisión al Espíritu Santo, su humildad y sufrimiento son todos dignos de ser imitados.
También son notorias las estrategias del diablo para estorbar y detener la obra de Dios. Si hemos podido discernir las obras del espíritu maligno, podemos descubrir sus tácticas y tomar las medidas preventivas. Seremos capaces de guardarnos de caer en sus trampas.
Primordialmente, debemos aprender de los apóstoles a estar llenos y ser guiados por el Espíritu Santo. No es por fuerza ni por poder, sino por el Espíritu de Dios que somos capaces de realizar las obras.
Finalmente, hoy el comando de nuestro Señor Jesús continúa aplicándose a todos los creyentes. Todos somos testigos del Señor, todos hemos sido comisionados. Debemos continuar la obra de los apóstoles y completar la fase final de llevar el mensaje del evangelio hasta lo último de la tierra.