Contexto

Pablo regresó a Jerusalén de su segundo viaje misionero para cumplir con un voto. Pablo bajó de Jerusalén a Antioquía, lugar base para su misión. Luego de un tiempo en Antioquía, inició su tercera expedición misionera (53-57 d.C.). Primero viajó por Galacia y Frigia para fortalecer a los creyentes. Luego fue a Éfeso, donde estuvo dos años predicando sobre Jesucristo.

Versículo clave

(19:4)

¿Sabía usted que...?

1. Éfeso (19:1): “la capital de Asia proconsular, que era la parte oeste de Asia Menor. Fue colonizada principalmente por Atenas. En el tiempo de los romanos llevaba el título de ‘la primera y más grande metrópoli de Asia.’ Se distinguía por el Templo de Diana, el cual constituía el principal santuario; y también por su teatro, el cual era el más grande del mundo, capaz de albergar a más de 50.000 espectadores. Era, al igual que todos los teatros antiguos, de cielo abierto. Allí eran exhibidas las peleas entre bestias y hombres”. [ref]
2. Tiranno (19:9) fue un griego experto en retórica.

Esquema

  • Fortaleciendo a los discípulos en Galacia y Frigia
  • El Ministerio de Apolos
  • Los discípulos de Éfeso reciben el bautismo y el Espíritu Santo

Análisis del segmento

  • 18:23

    1a.

    ¿Por qué Pablo visitó la región de Galacia y Frigia?

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    Lo hizo para fortalecer las iglesias que fueron establecidas en el segundo viaje misionero. 

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  • 1b.

    ¿Cómo esto sirve de modelo para la iglesia de hoy?

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    Es importante enviar ministros con regularidad para apoyar a los creyentes de nuevas áreas para crecer y fortalecer su fe. 

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  • 18:24-28

    2.

    Anote las cualidades que debemos imitar de Apolos y explique por qué son importantes para los ministros.

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    1. Era poderoso en las Escrituras (18:24). La palabra de Dios es viva y poderosa (Heb 4:12). Es la espada del Espíritu (Ef 6:17). Solo si estamos bien equipados con el conocimiento de las Escrituras, podemos persuadir a los incrédulos, convencer a los que dudan, refutar a los críticos, sustentar a los necesitados, fortalecer a los débiles, y guiar a los perdidos. 
    2. Era ferviente de espíritu (18:25). Ser ferviente en amor por otros y dedicación al Señor, es lo que motiva nuestra predicación. 
    3. Hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor (18:25). Necesitamos conocer bien al Señor y enseñar de Él con fidelidad. Así guiaremos a otros al camino de la salvación y los presentaremos perfectos en Cristo Jesús (Col 1:28)
    4. Hablaba con denuedo (18:26). Si somos tímidos o tememos al rechazo o a la persecución, no podremos presentar a Dios ante otros. El denuedo hace que el predicador declare la palabra de Dios con libertad y fidelidad.
    5. A pesar de su denuedo y conocimiento de las Escrituras, él estaba dispuesto a ser instruido (18:25) y en humildad aceptó la enseñanza de Aquila y Priscila (18:26). La palabra de Dios se da a los que no tienen pretensiones y a los humildes (Sant 1:21; Mt 11:25). Si tenemos suficiente humildad para recibir corrección y guía, continuaremos creciendo en el conocimiento de Dios. 

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  • 3.

    ¿Qué obra llevó a cabo Apolos en Acaya (cf. 1 Co 3:4-6)?

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    Él ayudó a edificar a los creyentes en Acaya y debatía con los judíos para probar que Jesús era el Cristo (18:28).

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  • 4.

    Por lo que Priscila y Aquila hicieron por Apolos, ¿qué podemos notar en ellos?

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    1. Debieron ser bien versados en las Escrituras para ser capaces de instruir a alguien tan instruido como Apolos. 
    2. No eran creyentes sin discernimiento que creyeran todo lo que se les enseñaba. Ellos ponían atención a la enseñanza de la palabra de Dios, y eran capaces de discernir si alguien había enseñado la palabra de Dios apropiadamente. 
    3. Eran una pareja llena de amor, que cuidaban la obra de Dios y ministros como Pablo y Apolos. Por esto cuando vieron que Apolos carecía de algo, lo tomaron aparte y le explicaron más exactamente el camino de Dios.
    4. Servían calladamente. Aun sin ser predicadores y quizás sin enseñar en público, se habían vuelto de gran ayuda para los ministros, trabajando quedamente. Esta es la clase de servicio del cual el Señor se agrada (Mt 6:3-4).
    5. Eran prudentes. Instruyeron a Apolos no porque quisieran humillarlo, sino porque querían lo mejor para él. Por esto lo corrigieron e instruyeron en privado y no públicamente. 

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  • 19:1-7

    5a.

    ¿Qué les preguntó Pablo a los discípulos que conoció en Éfeso?

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    “¿Recibieron el Espíritu Santo cuando creyeron?” (19:2)

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  • 5b.

    ¿Por qué Pablo les hizo esa pregunta? ¿Qué entendemos en base a esto?

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    1. Es importante y necesario que los creyentes reciban el bautismo del Espíritu Santo después de su conversión (cf. 8:14-15), ya que el Espíritu Santo es el Consejero que el Señor prometió que estaría con los creyentes (Jn 7:38, 14:16-17; Hch 2:38-39). Los creyentes que aún no han recibido esta promesa deben pedirle a Dios que les otorgue el Espíritu Santo (Lc 11:13) y los ministros de la iglesia deben orar por ellos e imponerles las manos (Hch 8:14-17, 19:6).
    2. Que los creyentes hayan recibido el Espíritu Santo puede ser una indicación de su conocimiento de la verdad. Si está ausente esta experiencia, es posible que falte algo en su conocimiento del Señor Jesús y de las enseñanzas de las Escrituras. Dado que los creyentes que Pablo halló habían creído incluso antes de que Pablo evangelizara en Éfeso, él quería saber si ellos compartían la misma experiencia de haber recibido el Espíritu Santo. Resultó que estos creyentes no habían recibido ni oído hablar del Espíritu Santo, y esto ayudó a Pablo para descubrir lo que les faltaba respecto a su entendimiento de la verdad. 

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  • 6.

    Al responder los discípulos “no” a la primera pregunta, ¿cuál fue la pregunta de seguimiento de Pablo? ¿Qué vemos en esto?

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    “¿En qué pues, fuisteis bautizados?” Pablo escuchando que ni siquiera habían oído hablar del Espíritu Santo, quiso saber más del bautismo que habían recibido y en qué nombre habían profesado creer al ser bautizados. Podemos inferir por la pregunta de Pablo que si una persona tiene la fe correcta y ha recibido el verdadero bautismo puede determinar si recibe el Espíritu Santo o no.

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  • 7.

    ¿Cuál es la diferencia entre el bautismo de Juan y el bautismo en el nombre del Señor Jesús?

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    Juan el Bautista fue el precursor de Cristo. Él predicó el arrepentimiento para preparar el corazón de la gente para la venida del Señor. Su bautismo fue uno de arrepentimiento que servía solo para preparar el camino para Jesucristo (Mt 3:11-12). El ministerio de Juan se completó cuando Jesucristo vino, dado que Jesús fue de quien Juan había estado predicando todo el tiempo. Creer en el mensaje de Juan el Bautista sin creer en Jesucristo sería inadecuado y equivalente a un conocimiento parcial. Por esto, aquellos que seguían a Juan el Bautista necesitaban creer en Jesucristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1:29, 36-37). 
    El Señor Jesús después de resucitar, enseñó a sus discípulos a bautizar en su nombre (Mt 28:18-19). El bautismo en el nombre del Señor Jesucristo es para el perdón de los pecados (Hch 2:38, 22:16), no solo para el arrepentimiento. Por esto fue necesario que estos creyentes de Éfeso, que solo conocían el bautismo de Juan, fueran bautizados en el nombre del Señor Jesús.  

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  • 8.

    ¿Qué nos enseña este evento acerca de: a. Necesidad del bautismo; b. Fe y bautismo; c. Bautismo y recibir el Espíritu Santo?            

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    Este evento nos enseña acerca de
    a. Creer en nuestro corazón en Jesucristo y confesarlo con nuestros labios no es suficiente. Tenemos que creer y ser bautizados en Cristo para lavar nuestros pecados y ser revestidos de Cristo (Mc 16:16; Hch 2:38, 8:12, 10:48, 16:15, 30-31, 33, 22:16; Gl 3:27). Estos creyentes en Éfeso además de necesitar conocer más sobre Jesucristo, también fueron bautizados de nuevo en el nombre del Señor Jesús. Solo hasta después de ser bautizados en el nombre del Señor Jesús, recibieron el Espíritu Santo. Si el bautismo en el nombre del Señor Jesús fuera algo opcional sin ningún efecto espiritual, Pablo entonces podría simplemente haberles dado una lección bíblica acerca de Cristo sin pedirles que fueran nuevamente bautizados. 
    b. La fe y el bautismo son inseparables (Mc 16:16). A la fe debe seguir el bautismo, y el bautismo se acompaña de la fe. Cuando los creyentes de Éfeso fueron bautizados en el bautismo de Juan, su fe estaba incompleta. No sabían del perdón de los pecados a través de la fe en Jesucristo. Luego de ser instruidos más claramente acerca de Jesucristo, ellos fueron de nuevo bautizados, pero esta vez en el nombre del Señor Jesús. La diferencia aquí fue más que invocar un nombre distinto durante el bautismo. La diferencia yace en el hecho de que ahora ellos fueron bautizados con fe en Jesucristo y en el efecto limpiador por el nombre de Jesucristo. 
    c. La experiencia de los discípulos en Éfeso indica que el bautismo se relaciona con recibir el Espíritu Santo. Esto es consistente con el mensaje de Pedro, quien hizo un llamado al arrepentimiento y a bautizarse en el nombre de Jesucristo para recibir al Espíritu Santo prometido (Hch 2:38-39). Si anhelamos el Espíritu Santo y aún no hemos recibido el bautismo, primero debemos ser bautizados. A veces una persona recibe el Espíritu Santo previo a su bautismo en aguas, como fue el caso de Cornelio y su casa (Hch 10:44-48). Pero en tal situación la persona debe también recibir el bautismo luego de haber recibido el Espíritu Santo, como lo hizo Cornelio y su casa, para que el Espíritu Santo continúe morando en ella.

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  • 9.

    ¿Cuál era la señal de que los discípulos recibieron el Espíritu Santo?

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    Ellos hablaron en lenguas y profetizaron.

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  • 10.

    ¿Qué aprendemos de este evento sobre cuando alguien recibe el Espíritu Santo? ¿Cuál es la evidencia de que uno ha recibido el Espíritu Santo?

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    1. Una persona no recibe automáticamente el Espíritu Santo en el momento en que acepta a Jesucristo.
    2. Una persona no recibe automáticamente el Espíritu Santo en el momento en que es bautizada (cf. Hch 8:14-16).
    3. Cuando una persona recibe el Espíritu Santo, debe haber una evidencia externa (Hch 2:33, 8:18). La evidencia en común registrada en Hechos es hablar en lenguas (Hch 2:1-4, 10:46, 19:6). Los apóstoles nunca asumieron que alguien había recibido el Espíritu Santo solo porque confesaba a Jesucristo (así como Pablo no asumió que estos discípulos habían recibido el Espíritu Santo). Ellos al igual que Lucas, consideraban el hablar en lenguas como la evidencia para determinar si una persona ha recibido el Espíritu Santo.

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