Contexto

Pablo terminó el capítulo anterior con “Ahora yo os muestro un camino mucho más excelente” (12:31). Estas palabras nos llevan directamente al tema del capítulo actual: el amor. Entre los dos capítulos que enseñan la actitud adecuada y el uso de los dones espirituales se encuentra esta sublime poesía sobre la grandeza del amor. El amor debe ser la base de los ministerios del cuerpo de Cristo, y es el amor el que une los diversos dones para el bien de todos.

Versículo clave

(13:13)

¿Sabía usted que...?

  1. No hace nada indebido (5): La palabra griega para esta frase es un verbo, que significa “comportarse vergonzosamente, deshonrosamente, indecentemente”. [ref]
  2. No guarda rencor (5): Una traducción más literal de esta oración sería “no cuenta (o considera, calcula) lo malo”.

Esquema

  • El valor supremo del amor
  • Las cualidades supremas del amor
  • La permanencia insuperable del amor

Análisis general

  • 1.

    Identifique las palabras superlativas y las hipérboles que usa Pablo en este capítulo.

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    Todos o todo (2, 3, 7); “trasladar los montes” (2); “repartir todos mis bienes” (3); “entregar mi cuerpo para ser quemado” (4); nada (2, 3); nunca (8); mayor (13).

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  • 2.

    Comparta una experiencia en la que le conmovió profundamente el amor de otra persona.

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Análisis del segmento

  • 13:1–3

    1.

    ¿Cómo la elocuencia sin amor se asemeja a un metal que resuena o un címbalo que retiñe?

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    Una persona que tiene el don de hablar pero no tiene amor, ciertamente puede impresionar a la gente con su elocuencia. Sin embargo, no puede tocar el corazón de los demás ni satisfacer las necesidades de ellos. A pesar de que pueda hablar las lenguas de los ángeles, una expresión que se refiere probablemente a que sus palabras son hermosas para el oído, lo máximo que puede ofrecer a la gente es una actuación fenomenal. Incluso la oración que más impresiona puede pasar a convertirse en mero ruido si no hay amor. No es de beneficio para nadie.

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  • 2.

    ¿Por qué el amor es la posesión más importante, sin la cual no somos nada (v. 2)?

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    Podemos tener el don de profecía para llevar el mensaje de Dios a otros, o tener la habilidad de entender todo, o tener una gran fe para hacer obras poderosas. Pero si no tenemos amor, que es la base de todos los mandamientos de Dios, no valemos nada ante los ojos de Dios. Como hemos visto en el capítulo anterior sobre los dones espirituales, el amor es lo que une a los miembros del cuerpo de Cristo. Aunque podamos hacer grandes cosas con los dones que hemos recibido, sin amor, la iglesia sólo estaría llena de división, envidia y competencia.

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  • 3.

    ¿Cómo es posible que una persona reparta todos sus bienes y entregue su cuerpo para ser quemado y no tenga amor?

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    Del versículo 3 podemos ver que el amor no consiste únicamente en actos de sacrificio externo. Nuestras acciones de amor también deben partir de nuestro corazón. Si no hay verdadera compasión hacia los demás, incluso los actos altruistas más nobles pueden realizarse por motivos egoístas. Si bien los hombres pueden no ser capaces de discernir nuestro motivo oculto, no podemos agradar a Dios, quien mira nuestros corazones. Es por eso que en última instancia tales actos superficiales de dar no pueden de ninguna manera beneficiarnos.

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  • 13:4–7

    4a.

    ¿En qué se diferencia el amor descrito aquí de las nociones populares acerca del amor?

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    El amor se presenta a menudo en los medios o en la literatura como un sentimiento de atracción. Pero el amor como se describe en este pasaje supera con creces el mero hecho de querer a otra persona. El verdadero amor se expresa en acciones concretas. A menudo no es espontáneo sino que implica un esfuerzo continuo por nuestra parte. No espera que la otra persona sea amable, sino que sólo exige que el que ama se niegue a sí mismo por esa persona.

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  • 4b.

    ¿Qué le enseña esto acerca de cómo tener verdadero amor por los demás?

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  • 5.

    Explique por qué gozarse de la verdad es una manifestación de amor.

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    El verdadero amor no es un amor ciego. Cuando una persona está equivocada, la forma de amarla no es alentarla a continuar en el error, sino ayudar a encaminarla hacia la verdad. Aunque nuestros esfuerzos no sean bien recibidos, si amamos verdaderamente a la otra persona, queremos lo mejor para ella. Como nos enseña Santiago en su carta, hacer volver a alguien que se ha extraviado de la verdad es salvar su alma de la muerte y cubrirá multitud de pecados (Sant 5:19-20).

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  • 6.

    ¿Qué sugiere acerca del amor la repetición de la palabra “todo” en el versículo 7?

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    Nada puede impedir el amor. Por su amor, Dios envió a su único Hijo a morir por los indignos pecadores. Éste es el amor que debemos perseguir: el amar sin importar cuán indigno sea la otra persona y cuán grandes sean las dificultades. El amor todo lo sufre y lo soporta, incluso cuando se nos trate como enemigos. El amor todo lo cree y lo espera, incluso cuando la situación parezca irreparable.

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  • 7.

    ¿Qué aprendemos aquí sobre cómo amar a los demás con sus debilidades y defectos?

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    Es mucho más fácil ser amable, gentil y generoso con los que nos llevamos bien o los que son buenos con nosotros (cf. Mt 5:46-47). Pero esta clase de amor no es encomiable. Cuando alguien nos dañe o nos defraude, necesitamos aún más poner en práctica el amor de nuestro Padre celestial. Ciertamente no es una tarea fácil, sino que requiere de mucha paciencia y resistencia.

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  • 13:8–13

    8.

    ¿Por qué el amor nunca deja de ser?

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    Mientras que el versículo 7 revela la grandeza del amor en cuanto a su amplitud, los versículos 8 al 12 nos enseñan la grandeza del amor en cuanto a su permanencia. Dios es amor (1 Jn 4:16). Al ser Dios eterno, su amor también es eterno. Pese a que todo pasará un día, el amor, siendo un atributo de Dios, nunca se acabará. En la Biblia, Dios ha demostrado su amor inagotable hacia su pueblo elegido en varias ocasiones (cf. Jer 31:3). En nuestras vidas, Él también nos ha amado de la misma manera. Si tenemos el amor de Dios, nuestro amor no cesará con el tiempo.

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  • 9a.

    ¿Qué tiene que ver cada una de estas analogías con el amor? De ser niño a ser hombre adulto (v. 11)

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    Pablo usa la analogía de niño y hombre adulto para ilustrar las cosas que son transitorias. Al igual que el habla y los pensamientos de un niño que se acaban cuando pasa a ser un hombre adulto, las profecías, las lenguas y el conocimiento se acabarán también algún día. Estos dones espirituales se dan a los creyentes en esta vida para edificar nuestra fe en el Señor. Pero cuando termine esta vida y estemos con el Señor en su gloria, estos dones ya no serán necesarios. Por el contrario, el amor nunca deja de ser porque Dios mismo es amor.

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  • 9b.

    De ver por espejo a ver cara a cara (v. 12)

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    La analogía de ver por espejo y ver cara a cara explica nuestra relación con el Señor en esta vida presente y en la eternidad. En esta vida, solo podemos conocer al Señor en parte debido a las limitaciones de nuestra existencia física. Pero un día veremos al Señor tal como es (1 Jn 3:2). Entonces lo conoceremos plenamente como Él nos conoce.

    La expresión de verse cara a cara implica también cercanía e intimidad (cf. Ex 33:11; Dt 34:10)(1 Tes 2:17, 3:10)(2 Jn 1:12)(3 Jn 1:14). Ahora que estamos en este cuerpo, estamos lejos del Señor en el sentido de que todavía hay una distancia entre Él y nosotros. Pero cuando dejemos este cuerpo, estaremos en casa con el Señor (2 Co 5:6). Estaremos unidos plenamente a Él en amor para siempre.

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  • 10.

    En comparación a la fe y a la esperanza, ¿qué tiene el amor que lo convierte en el mayor de ellos?

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    Como se mencionó anteriormente, el amor es el atributo de Dios mismo, mientras que la Biblia no llama a Dios fe o esperanza. Cuando amamos, emanamos esta cualidad divina. Además, la fe y la esperanza tienen que ver con nuestra relación personal con Dios. No benefician a otros en forma directa. De hecho, la fe y la esperanza sin amor están completamente muertas (cf. Sant 1:27, 2:14-17). Podemos edificar a los demás solo cuando expresamos nuestra fe y esperanza en acciones concretas de amor (cf. Gl 5:6).

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